En 1978 la mayor parte de competencias de la actual Dirección General de Bellas Artes las asume la entonces Dirección General de Patrimonio Artístico, Archivos y Museos.También existe la Dirección General de Difusión Cultural, a cargo de Eduardo Ballester, que cumple diversas funciones de promoción de la cultura. Hasta entonces, la tutela del patrimonio cultural había dependido del Ministerio de Educación y Ciencia a través de la Dirección General del Patrimonio Artístico.
El Real Decreto 2.258/1977, de 27 de agosto, asigna a la nueva Dirección General las funciones de “protección, inventario, restauración e incremento y difusión del patrimonio histórico-artístico, arqueológico, paleontológico y etnológico; la conservación, exploración e incremento de la riqueza documental; el régimen jurídico de protección de la propiedad artística; y el cuidado, dotación, instalación, fomento y asesoramiento de los Museos y de las exposiciones”.
Por otra parte, sus objetivos en este primer momento están destinados, esencialmente, a resolver las carencias propias de una institución que busca adaptarse a los nuevos tiempos.
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