La iniciativa de elevar el Museo Provincial de Bellas Artes de Valladolid al rango de Museo Nacional y dedicarlo a la escultura se debió a Ricardo de Orueta, Director General de Bellas Artes durante la Segunda República y experto historiador de la estatuaria española, que dejo un brillante y perdurable legado. Su fomento de los museos cumplía tres aspiraciones: evitar la fuga de obras de arte al extranjero, promover un modelo educativo moderno y activo y convertir la cultura en un derecho y un bien común.
Orueta pone en marcha este proyecto con prontitud: encarga a Emilio Moya la rehabilitación de un hermoso monumento, el Colegio de San Gregorio, para nueva sede; completa la colección con piezas de otras escuelas peninsulares para darle alcance «nacional», gestiona depósitos del Museo del Prado y nombra un patronato. La nueva instalación de la colección se hace eco de los principios expositivos del Movimiento Moderno: sobria y luminosa, sin acumulaciones, de muros lisos y espacios amplios y legible y atractiva para el visitante. Cuando en 1934 lo visitan los sesenta expertos de la Conferencia Internacional de Museografía, reunida en Madrid, valoraron el resultado como un «espléndido acierto», por su ejemplar adaptación de un monumento antiguo a un uso cultural moderno.
Ficha: 19/100 Unidad: Subdirección General de Museos Estatales.
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