Dibujo a sanguina sobre papel verjurado, realizado en Francia en el siglo XIX, con la inscripción en la parte superior “Mithras”. Dibujo que forma parte de la colección fundacional del Museo Cerralbo, adquirido por Enrique de Aguilera y Gamboa, XVII marqués de Cerralbo, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y muestra de la admiración que éste sentía hacia la Antigüedad Clásica. La imagen reproduce un relieve romano, conservado desde 1594 en la colección de los museos Capitolinos en Roma, de donde pasó a la Villa Borghese, antes de ser enviado en 1808 al Musée du Louvre.
El mitraísmo era una religión mistérica, de tipo iniciático, basada en la transmisión oral y ritual de iniciado a iniciado y no en un cuerpo de escrituras sagradas, que rendía culto a la divinidad Mitra. Alcanzó gran difusión en el Imperio romano entre los siglos I y IV d. C. con una especial implantación entre los legionarios que habían servido a Roma en las fronteras orientales del Imperio. De origen persa, demuestra la presencia de creencias de raíz oriental en las provincias occidentales del Imperio. A finales del siglo II, el mitraísmo se extendía por amplias capas de la sociedad romana: militares, burócratas, mercaderes, incluso entre los esclavos. El culto se desarrollaba en espacios denominados mítreos. El 25 de diciembre se conmemoraba el nacimiento del dios Mitra.
El dibujo nos muestra una tauroctonía, una escena de iconografía compleja que representa al dios Mitra, con un gorro frigio, mientras sacrifica al toro primordial, en cuyo cuerpo se encontraban todos los gérmenes de la vida: de sus astas salieron los árboles, vino de su sangre y granos de trigo de su cola, como se aprecia en el dibujo. El dios sujeta con fuerza al toro por los ollares del morro y le clava un cuchillo sacrificial en el cuello. Mitra gira la cabeza hacia arriba, evitando mirar al animal y apoya su pierna sobre el toro para inmovilizarlo. Se trata de un proceso creador. En otras representaciones de la tauroctonía, junto al toro se incluye a un perro, un escorpión y una serpiente. Esta última, presente en este dibujo, sería una alusión al ciclo de la vida o a espíritus maléficos.
Algunos investigadores relacionan los restos del ritual mitraico con la pervivencia o auge de una proto-tauromaquia en la Península Ibérica y el sur de Francia, donde la leyenda de san Saturnino de Tolosa, muerto en martirio arrastrado por un toro, y de san Fermín de Amiens, inseparablemente relacionada con los sacrificios de toros, se fija por la hagiografía cristiana en el siglo III, coincidiendo con el periodo de máximo apogeo del mitraísmo.
Museo Cerralbo
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