Número de inventario: 79876. Gerona.
Papel. 31,5 x 44 cm.
Esta aleluya, de 1865, está compuesta por cuarenta y cinco imágenes, de las cuales, haremos referencia a aquéllas en las que encontramos un animal como atributo iconográfico. En la iconografía de los santos, al igual que en la de las vírgenes, tenemos modelos genéricos: jóvenes lampiños o mayores barbados, que vestirán sotana, el hábito de la orden religiosa a la que pertenezcan o simplemente una túnica, por lo que es de vital importancia para su identificación el atributo iconográfico personal que les acompaña y distinga, tomados sobre todo de sus respectivas leyendas. De gran ayuda serán La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, del siglo XIII, el Flos Sactorum, los Evangelios y un largo etcétera. Estos atributos iconográficos aparecerán a tamaño real o reducidos y según el lugar donde que ocupen podrán tener significados distintos, ya sea de sumisión, dominio o victoria.
San Jerónimo y el león. Santiago de la Vorágine nos cuenta que estando un día el santo en el Monasterio de Belén se le acercó un león cojeando, mostrándole una espina clavada, que el santo le quitó; desde ese día el animal se quedó en el monasterio. Cesar Baronio en su Annales Ecclesiastia afirma que en el caso de que esta leyenda sea cierta, le ocurrió a un tal San Gerásimo que vivió en las riberas del Jordán donde sí había leones. Como consecuencia este episodio desaparece de su biografía pero se mantiene como atributo iconográfico. Esta misma historia se contaba del esclavo romano Androdes en las Noctes Atticae de Aulo Gelio (h. 150 d.C.). San Juan Bautista y el cordero. El animal hace referencia al momento en el que el santo estaba bautizando en el Jordán y se le acercó Cristo, quien le dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del Mundo” (Juan 1, 29). San Antonio Abad y el cerdo. El cerdo como atributo no deriva de su leyenda, sino del papel que ejerce como sanador de males contagiosos (Ver el artículo de M.ª E. Sánchez Sanz, en este mismo catálogo). Santo domingo de Guzmán y un perro (ver la pieza número 66832). Santo Tomás de Aquino y la paloma. Dominico y doctor de la Iglesia. La paloma le sirve de inspiración para redactar la misa del Corpus. San Roque y el perro. Santo intercesor contra la peste, contrajo esta enfermedad y se retiró a un bosque donde recibía la asistencia milagrosa de un ángel que le curaba la herida y la visita de un perro que le llevaba una hogaza de pan, que será su atributo a partir del siglo XVI. Santa Margarita y el dragón. Enamorado de ella el prefecto Olibrio y no correspondido, es encerrada en una prisión, donde tras pedir ella misma a Dios que le muestre a su enemigo se le aparece un dragón que intenta tragársela, pero al hacer la santa la señal de la cruz, éste desaparece. Se la considera la patrona de los alumbramientos. A veces, también se la representará como una pastora portando un arado curvado y acompañada por ovejas. Muy excepcionalmente se la representará con una paloma. San Narciso y las moscas. Patrón de Gerona. Las moscas hacen referencia al prodigio que según la tradición se produjo en más de una ocasión. La primera en 1258 durante el asedio establecido por las tropas francesas. Cuando entraron éstas en la iglesia de San Felix para saquearla y profanarla, salieron del sepulcro del santo unas moscas venenosas que les mataron y asustaron. Este mismo episodio se repitió durante el asedio francés de 1653. San Juan Evangelista con un dragón saliendo de una copa, alude al episodio en el que el sacerdote Aristodemo le desafió a beber veneno de la ponzoña; el santo se santiguó antes de beber, neutralizando así el poder del veneno. Como apóstol aparecerá con este atributo iconográfico. Santa Francisca y un ángel. Suele ir acompañada del Ángel de la Guarda, quien le ayuda visiblemente y por quien tendrá una gran devoción. Estos ángeles alcanzan una gran difusión a partir del siglo XVII. También se los conocerá como Ángeles Custodios. Su origen lo tenemos en el Libro de Job 33, 23-24 y en San Mateo 18, 10.
CNZ