En 1791, el Gran Parlamento de Lituania y Polonia decidió realizar democráticamente la primera Constitución de Europa y la segunda del mundo, tras la realizada por Estados Unidos.
La Constitución del 3 de mayo de 1791 fue creada como un estatuto que regulaba los derechos y las obligaciones civiles de los ciudadanos y las competencias del poder del estado. Su principal logro fue la introducción del concepto de “nación”, cuya soberanía recaía en el pueblo, con una separación de poderes y protección para los campesinos.
A pesar de que esta Constitución funcionó sólo durante un corto período de tiempo, se mantiene como un legado común en toda la región en la lucha por la independencia y la creación de una sociedad justa.
Esta Constitución es también un símbolo de los ideales de Europa debido a su ejemplo de cómo es posible una transformación democrática y pacífica de un sistema político.