La Residencia de Estudiantes, desde su creación en 1910 hasta 1936, año en que su actividad se interrumpió por el estallido de la guerra civil, fue el primer centro cultural de España y una de las experiencias más vivas y fructíferas de creación e intercambio científico y artístico de la Europa de entreguerras. En ella vivieron o fueron visitantes asiduos españoles tan universales como Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, José Moreno Villa, Eugenio d’Ors, o los más jóvenes Federico García Lorca, Luis Buñuel, Severo Ochoa, Salvador Dalí, Rafael Alberti o Pedro Salinas. Fue también un centro de recepción y elaboración de las tendencias vanguardistas que se estaban produciendo sincrónicamente en diferentes partes del mundo: Einstein, Keynes, Gropius, Marie Curie, Stravinsky, Bergson, Calder, Valéry o Max Jacob, durante sus visitas a Madrid, trajeron a la Residencia nuevas ideas y reflexiones de orden científico, filosófico y estético.
Un componente de gran importancia fue la renovación intelectual provocada por la actividad cultural desarrollada por la Residencia de Estudiantes. Y, en recíproco intercambio, hubo conferenciantes e invitados extranjeros que contribuyeron a despertar nuevas expectativas en nuestros jóvenes creadores. Este ambiente cultural permitió difundir por varias ciudades españolas -Barcelona, Murcia, Santa Cruz de Tenerife, Málaga- una nueva sensibilidad y unas nuevas orientaciones estéticas y sociales que, con las favorables circunstancias políticas de los gobiernos liberales y el nacimiento de los nacionalismos en Europa, contribuyeron a la formación de una consciencia regeneracionista y a la necesidad de reformas en todos los ámbitos del saber. La Residencia fue un foro de debate y difusión de las corrientes de vanguardia que llegaban de Europa.
De acuerdo con lo que fueron sus intereses originales, la actividad de la Residencia en esta segunda etapa, iniciada en 1986, se orienta en torno a dos líneas rectoras: por una parte, ser un lugar de memoria dedicado al estudio y la recuperación de su legado histórico, centrado en el periodo de la cultura española conocido como Edad de Plata (1868-1936); por otra, realizar una labor de creación de nuevas manifestaciones intelectuales y artísticas, y de prospectiva orientada hacia el análisis y difusión de las actuales tendencias nacionales e internacionales de la ciencia y el pensamiento.
Una de las características de la Residencia de Estudiantes, que la diferencia del resto de las instituciones culturales españolas, es su condición de lugar de encuentro de especialistas en diversas áreas del conocimiento procedentes de distintos lugares de todo el mundo. En su sede conviven investigadores, estudiosos, artistas y otros profesionales, convirtiendo a la Residencia de Estudiantes en un lugar idóneo para la investigación y la reflexión, que busca proporcionar siempre un ambiente adecuado para las actividades creativas.