Aranjuez, enclave natural privilegiado por su situación en la vega de confluencia de los ríos Tajo y Jarama, ha sido el lugar escogido por la Corona española para residir durante el período primaveral, desde que el monarca Felipe II (1556-1598) le otorgara el título de Real Sitio, en 1560, hasta finales del siglo XIX. No obstante, su gran apogeo vendría de la mano de Felipe V (1700-1746) y la Casa de Borbón.
En 2001, la UNESCO declaró Patrimonio Mundial el Paisaje Cultural de Aranjuez, puesto que el mismo es fruto de los intensos procesos de intercambio cultural dados en dicho espacio, combinándose en él obras paisajísticas, artísticas y arquitectónicas, entre las que destacan el Palacio Real y los jardines históricos, así como otras edificaciones pertenecientes a famosos personajes como el castrato Carlo Broschi, Farinelli.