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¿Sabías que...?

¿SABÍAS QUE… el creador del Día del Libro fue Vicente Clavel?

Aun en el mundo del libro, si mencionamos la figura de Vicente Clavel Andrés es muy probable que pocos sepan de quién estamos hablando. Este escritor y editor valenciano (amén de traductor y periodista) sigue siendo un desconocido pese a haber dedicado su vida a difundir la cultura a través de ese fascinante artefacto material llamado “libro” que tanto amor nos suscita. Y es que don Vicente es el creador del día que reconoce los méritos como difusor del conocimiento de ese objeto precioso, ¡el Día del Libro (que, por cierto comenzó siendo el Día del Libro Español).

Fascinado por la figura de Cervantes, defensor a ultranza del acceso universal a la cultura, a él le debemos la promoción quijotesca y exitosa del Decreto del Día del Libro que en 1926 daría un auténtico espaldarazo al fomento de la lectura. Capaz de conjugar simpatías entre creadores, agentes del libro (editores, libreros, impresores), bibliotecarios y lectores (no sólo de la península, sino de toda Hispanoamérica), su convicción –probada décadas después- de que el hallazgo del placer de la lectura va ligado al progreso social bien merece el pequeño homenaje que aquí hoy le rendimos.

Aunque por azares del destino él no pudo completar el ciclo completo de estudios – y quizás por esto mismo fuera un firmísimo defensor de la importancia de la enseñanza- sus maestros fueron los libros mismos. El autodidactismo que propiciaría la biblioteca de sus padres, sus lecturas políticas y sociales y el contacto con figuras ilustres de la época (como Vicente Blasco Ibáñez, José Enrique Rodó o Fernando Maristany) perfilarían su pasión por las letras, que le llevaría a fundar en 1916 la Editorial Cervantes. Editor con auténtica vocación de servicio a sus lectores, traducirá él mismo algunas de las obras que elegirá publicar, selecciones siempre en consonancia con los valores románticos de bien, belleza y bondad: jóvenes talentos, poesía universal, arengas contra la guerra europea...

Y la magia del kairós: el auge simultáneo de otros editores barceloneses (Salvat, Espasa, Gustavo Gili, Guarro, etc.), la constitución de la Cámara del Libro de Barcelona –y luego de Madrid-, así como la posterior fusión de ambas en el Comité del Libro, hacen que la cultura, más que nunca, se convierta en un asunto de Estado. Y allí está Vicente Clavel: redactor en la Revista Bibliográfica de ambas Cámaras, delegado para el Comité, defensor de nuestra ligazón con los hermanos hispanoamericanos en la Casa de América…

En 1923 Vicente Clavel, que ha visto fructificar sus esfuerzos, ve consolidarse su iniciativa más ambiciosa: la Memoria de la Cámara hace público que “está pendiente de examen” su propuesta de “dedicar un día de cada año a celebrar la Fiesta del Libro Español”, una proposición que la Cámara respaldará en 1925 para lograr que, en 1926, de la mano del ministro de Trabajo don Eduardo Aunós, el rey la convierta en real decreto (decreto, por cierto, cuya redacción es obra del propio Vicente Clavel).

Para nuestro personaje, el libro es capaz de todas las bondades (y no podemos estar más de acuerdo): el libro logra difundir y expresar “el pensamiento, la tradición y la vida” de los pueblos, abre “cauces de expansión” a las generaciones hermanas y, a la vez, que es capaz de dar “impulso espiritual y espiritual” y de servir de “enlace de ideas, sentimientos y creencias”.

¿Y qué día mejor para celebrar todas estas ocurrencias? “La perdurable fecha del natalicio del inmortal Cervantes”.

¿A qué día nos referimos?

¿SABÍAS QUE… el Día del Libro se celebraba el 7 de octubre?

En su origen, el Día del Libro se celebró por primera vez el 7 de octubre, fecha del supuesto nacimiento del autor de El Quijote, don Miguel de Cervantes. Fue don Vicente Clavel (convencido cervantista y paladín de causas nobles) quien conseguiría -tras elevar una propuesta a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona-, que el rey Alfonso XIII aprobase y firmase el real decreto que estipulaba que dicha fiesta se celebraría cada 7 de octubre.

Pero las dudas razonables sobre la verdadera fecha en la que nació Cervantes -junto con algunas críticas de miembros del sector del libro que veían en octubre un mes poco grato para hacer que las calles bullesen con festejos literarios-, llevaron a que la celebración no durase siquiera un lustro en su emplazamiento original en el calendario.

En 1930 la fiesta cambiaría definitivamente: la primavera comenzó a acompañar a las festividades y el 23 de abril se instituyó como la fecha elegida. ¿Por qué? Entonces se adscribiría el origen de esta elección a que era la fecha (supuesta) del fallecimiento de Cervantes, aunque hoy sabemos que don Miguel falleció el 22 de abril y que el 23 es la fecha de su enterramiento (que, a menudo -por quedar éste consignado por escrito-, se utilizaba como fecha de defunción).

Más tarde, a esta fecha se sumarían dos fallecimientos literarios: el del Inca Garcilaso de la Vega (tampoco probado con total exactitud, aunque se estipula que falleció entre el 22 y 24 de abril de 1616) y el de William Shakespeare (aunque este día, computado en el isabelino calendario juliano, correspondería en el gregoriano al 3 de mayo). Y tiempo después se se sumarían las efemérides de nacimiento o muerte de otros autores, como Josep Pla, Nabokov o Wordsworth, rindiendo homenaje, a través de ellos, a todos los autores.

Pero volviendo sobre nuestros pasos diremos que la fiesta, ya desde los años treinta, tenía como plato fuerte la publicación de novedades y la organización de actos de firmas de ejemplares con autores, dos características de la celebración tal y como la conocemos hoy en día.

El gobierno español se volcaría con difundir esta conmemoración, que enraizaría particularmente en ciudades universitarias y especialmente en Barcelona, donde la fecha coincide con la Diada de San Jordi. Bajo este patronazgo surgiría la tradición hoy día tan difundida de intercambiar libros y rosas.

A esto hay que sumar que, en nuestro país, el 23 de abril es también el día de la entrega anual del mayor galardón en lengua española: el Premio Cervantes, instituido en 1976 y concedido por el Ministerio de Cultura y Deporte.

Y, como colofón, decir que ya en épocas más modernas, fue la Unión Internacional de Editores quien acordó proponer esta fecha primaveral a la UNESCO para festejar una fiesta que, dedicada a las letras, celebrase la cultura y la propiedad intelectual, quedando fijada en 1995 como “Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor”.

En palabras de la propia UNESCO, este día conmemora “la más bella invención del ser humano para el intercambio de ideas más allá de las fronteras del espacio y el tiempo” y las iniciativas que de él se derivan suponen “una fuente de inspiración en nuestra labor colectiva en defensa de la diversidad editorial, la protección de la propiedad intelectual y el acceso en condiciones de igualdad a la riqueza de los libros”.

¿SABÍAS QUE… cada año se designa una Capital Mundial del Libro?

En 1996 la UNESCO dio un nuevo espaldarazo a la promoción del libro al designar un reconocimiento a nivel mundial: cada año se designaría una “Capital Mundial del Libro” pensando en destacar la labor de un enfoque concreto de fomento de la lectura, impulso de la industria editorial y difusión del libro.

La selección de las ciudades candidatas corre a cargo de un Comité de Asesoramiento que valora las nominaciones propuestas por la Federación Internacional de Libreros, la Unión Internacional de Editores y la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y, en el primer año en que el título se hizo efectivo -2001-, la ciudad elegida fue Madrid, destacando entonces su candidatura por su proyección nacional e internacional, por el número y calidad de las actividades organizadas en torno al libro y por la promoción en general de los valores de libertad de expresión, publicación e información que propugna la UNESCO.

La designación de Capital Mundial del Libro se establece desde el Día Mundial del Libro (23 de abril) de cada año hasta el 22 de abril del año inmediatamente siguiente: las ciudades elegidas se comprometen a promover el libro y la lectura organizando durante todo ese año actividades destinadas a promover el libro y fomentar la lectura. Las ciudades elegidas en 2022 y 2023 han sido, respectivamente, Guadalajara (México) y Accra (Ghana).

El Comité Consultivo de la Capital Mundial del Libro eligió Guadalajara porque su proyecto recuperaba espacios públicos mediante “actividades de lectura en parques y otros espacios accesibles”, buscaba la creación de vínculos socialmente cohesivos a través de talleres de escritura y lectura para niños y sentaba las bases para el “fortalecimiento de la identidad de barrio mediante las conexiones intergeneracionales, la narración de cuentos y la poesía callejera”.

Por su parte, en Accra se ha querido destacar “su fuerte enfoque en los jóvenes y su potencial para contribuir a la cultura y la riqueza de Ghana”. El programa de Accra quiere utilizar el poder transformador de los libros para atraer a las nuevas generaciones a la capacitación, y se dirige a grupos marginales que presentan altos niveles de analfabetismo (mujeres, jóvenes, inmigrantes, niños de la calle, personas con discapacidad…). Entre otras actividades se propone la creación de bibliotecas móviles, la organización de concursos, la creación de centros de capacitación y formación, todo con un enfoque basado en la promoción de los derechos humanos, intentando sensibilizar a los ciudadanos acerca de la importancia de la libertad de expresión e información.

Y es que Accra es la vigésimo tercera ciudad en convertirse en Capital Mundial del Libro, reuniendo a todos los actores de la cadena del libro en un proyecto con una fuerte implicación a nivel local, nacional e internacional, un proyecto -como el libro mismo- con vocación de colaboración y diálogo.

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