Al final del siglo XIV, Pierre Choisnet, médico del rey de Francia Luís XI, escribe el Livre des trois eages. En él describe la sociedad francesa durante la época medieval y la divide en los tres órdenes tradicionales: el clero, la nobleza y el pueblo llano. Bajo la influencia de la medicina, el autor representa el reino como un cuerpo político, una alegoría del cuerpo humano cuyos miembros representan a cada orden de la sociedad. Es decir, el rey es el corazón que todo lo gobierna y los nobles, por su parte, las manos y pies que suelen hacer lo que el corazón pide para asegurar el cuerpo. Así pues, la nobleza, tanto la del reino de Francia como la de los otros países europeos, hunde sus raíces en el contexto militar, en cumplir su encargo de protección del país. De esto resultan dos elementos fundamentales para dar una definición de la nobleza. Lo esencial es, primero, el afecto por una historia familiar hecha con gloriosas hazañas, así como por un linaje y unos señoríos donde se ha arraigado. Además, se tienen que promover varias virtudes morales, a menudo vinculadas con la guerra (valor, honor, etc.), que suelen reivindicar para sí mismos los miembros de la nobleza.
Estas dos características no solo fueron el atributo fundamental de la nobleza francesa, sino de todas las noblezas europeas. Gracias a este sustrato cultural común, se dio el paso a la elaboración de una red nobiliaria a escala europea entre las casas más grandes de cada país. Estos lazos se crearon y mantuvieron en el tiempo gracias a diversos medios (matrimonios, correspondencia, etc.) dando lugar a documentos que se hallan a ambas partes de la frontera. Por eso se encuentran fuentes que tratan de la nobleza francesa, o simplemente escritas en francés, conservadas en el Archivo Histórico de la Nobleza (AHNOB).
Dentro de los archivos del marquesado de Torrelaguna, mayoritariamente escritos en castellano, encontramos contenidos sobre la historia de la familia Lézat. Éstos se reparten en apenas cuatro cajas y unos diez pergaminos, que aportan fragmentos para la historia del departamento francés de Alta Garona. Más precisamente, ofrecen una documentación importante acerca de la familia Lézat, señores de Brugnac y barones de Marquefave. Las primeras huellas de esta familia se pueden encontrar en Languedoc, durante el siglo XIII. Sin embargo, las fuentes conservadas en el Archivo de la Nobleza solo permiten observar la evolución de este linaje desde Vidal de Lézat, señor de Brugnac, que murió sin testar en 1549, hasta Michel de Lézat convertido en “citoyen Lézat [1]” durante las horas de la Revolución francesa. Los documentos de esta familia nos muestran así la influencia de este linaje y su señorío a través de escrituras de compraventas, contratos o censos. Gracias a esta documentación, se pueden también considerar los lazos sociales tejidos por los miembros de esta familia a lo largo de los tres siglos de la época moderna. Escrituras de testamentos, capitulaciones matrimoniales o pleitos sobre los temas de herencias manifiestan todos estos vínculos.
Las mencionadas fuentes nos ayudaron en la elaboración del árbol genealógico de la familia Lézat en dicho período. Aunque no sea completo, basta para apreciar las varias alianzas concertadas entre diferentes familias procedentes de mismas regiones de Francia. Destacan también de manera clara las estrategias conseguidas para el mantenimiento del nombre, del linaje y del señorío (a pesar de los riesgos de la vida). Si los dos hijos de Jean de Lézat, Jean y Marc-Antoine, compartieron el señorío de Marquefave, Jean, que es el primogénito, heredaría el título principal de “señor de Brugnac”, según lo disponía el derecho en aquellos tiempos. Sin embargo, su nieto, Bernard, va a fallecer sin heredero varón. Para que no se pierdan el nombre ni el linaje, su hija mayor, Constance, casaría con el primogénito de la rama menor, Jacques de Lézat, hijo de Marc-Antoine. Estas alianzas consanguíneas eran frecuentes en esta época ya que contribuían a la acumulación de títulos y posesiones para evitar su fragmentación o que desapareciesen por falta de heredero. Por lo tanto, Jacques de Lézat recupera el título de su suegro y encabeza a la familia Lézat, desde ahora compuesta de una rama única para, posteriormente, legarlo a su primogénito, Michel de Lézat, señor de Brugnac. La muerte de este, sin hijos varones hizo que el título recayese sobre su hermano menor, Jean, quien dará continuidad al linaje.
El fondo de estas escrituras notariales y contratos que se otorgan a lo largo de toda la época moderna, plantea un asunto que ha preocupado a todas las casas nobles europeas, a saber: la permanencia de su nombre. Estas estrategias familiares muestran el deseo por mantener el linaje en el tiempo. También permiten el desarrollo de una larga red de parentesco, que alcanza el ámbito internacional en las casas más grandes.
Como acabamos de decir, los vínculos matrimoniales tuvieron una importancia fundamental para la continuación de un linaje, ya fuera a escala local, como para la familia Lézat, o a una escala mayor. En efecto, las casas más ilustres a menudo trabaron alianzas matrimoniales en toda Europa constituyendo así una parentela que desbordó las fronteras nacionales e influyó en las relaciones de política internacional. Tenemos así el ejemplo de la Casa de Borbón y, más específicamente, de una de sus ramas cuyo descendiente, Francisco de Paula de Borbón, duque de Sevilla, ha dejado numerosa documentación en castellano y francés, hoy en día conservada en el AHNOB. Los duques de Sevilla vienen de una rama menor de la Casa de los Borbones de España directamente descendiente del rey Carlos IV. Francisco de Borbón (1882-1952), procedente de una familia menor de esta rama, se casó con su prima, Enriqueta de Borbón, ultima heredera del ducado de Sevilla. Con este matrimonio se unificaba el linaje de los duques de Sevilla. Por consiguiente, Francisco es el primo del rey de España, Alfonso XIII, y emparentado con todos los miembros de la familia Borbón viviendo en varios países europeos.
Sobre todo, se encuentra en el archivo del duque de Sevilla correspondencia con los familiares y amigos. Aunque la mayor parte de las cartas están escritas en castellano, otras cartas, también numerosas, lo están en francés. Estas cartas están fechadas entre 1936 y 1945, el mismo momento en que la guerra civil sacude España y Francia atraviesa una profunda crisis económica y política. Están escritas en Francia o mandadas a París, donde el duque de Sevilla parece haber amparado a su mujer y sus hijos. Entre la documentación personal se pueden encontrar a la vez noticias de época, de los acontecimientos de varios países de Europa y también elementos íntimos como sentimientos de los autores o expresiones de ánimo, de apoyo o de amistad. Así, muestran los lazos que existen entre los miembros de esta familia más allá de las fronteras. A las noticias sobre la guerra en España se añaden varios manifiestos y correspondencia producida por el partido francés de los monárquicos y legitimistas. Entonces, siendo fiel a todos estos vínculos familiares construidos a lo largo de los siglos, el duque de Sevilla hace frente a varias polémicas: está presente a la vez al lado de sus primos, luchando por la restauración de la monarquía en Francia, y junto a los que enfrentan la crisis española.
Aunque se haya circunscrito la nobleza a un señorío familiar, manifestando la potencia y permanencia de un linaje, esta no se limita en un territorio nacional. Tanto sus recursos, sus ámbitos de poder y autoridad, como los elementos de cultura común entre los países, le permiten extender y explotar relaciones más allá de las fronteras. Durante todas las épocas, los lazos entre las familias nobles no han dejado de ser renovados, con independencia de los contextos políticos, creando así una red de solidaridad cuya importancia varía en función de su tamaño y su antigüedad. De estos contactos entre países se desprende la dispersión de la documentación sobre la nobleza que podemos notar con el ejemplo de los fondos del AHNOB.
Philippe Contamine, La Noblesse au royaume de France de Philippe le Bel à Louis XII, Essai de synthèse, Paris, PUF, 1997, 386 p.
Jonathan Dewald, The European nobility, 1400-1800. Cambridge, Cambridge University Press, 1996, 209 p.
Anne Dubet (dir.), José Javier RUIZ IBÁÑEZ (dir.), Las monarquías española y francesa (siglos XVI-XVIII): ¿Dos modelos políticos?, Nueva edición, Madrid, Casa de Velázquez, 2010.
Michel Nassiet, Parenté, noblesse et États dynastiques, XVe-XVIe siècles, Paris, Éditions de l’EHESS, 2000, 374 p.
[1] Durante la Revolución francesa, a fin de borrar las diferencias entre grupos sociales y los títulos nobiliarios, se solía usar esta palabra de “citoyen”, literalmente: “ciudadano”, antes de todos los apellidos.
Adélaïde SavySalto de línea École nationale des chartesSalto de línea