Antonio Palacios nació el 8 de enero de 1874 en O Porriño (Pontevedra). Sus padres fueron el madrileño Isidro Palacios y García Teruel, ayudante de Obras Públicas; y la porriñesa Jesusa Ramilo de Nieves, cuya familia paterna tenía magníficas canteras en la zona de Atios y Budiño. Fue el menor de siete hermanos. Creció en el norte de Portugal, donde su padre trabajaba en los ferrocarriles lusos. Podemos imaginarlo rodeado de planos, materiales de construcción, hierro y granito; dibujando puentes, vagonetas o túneles, y conociendo de primera mano los materiales con los que trabajaría directamente en sus edificios. Cursó estudios de bachillerato en Pontevedra con unas calificaciones medianas. Palacios siempre destacó la importancia que para él tuvo Don Antolín Esperón, profesor de francés, que le enseñó a discurrir y a pensar.
En 1892 vino a Madrid a estudiar a la Facultad de Ciencias de la Universidad Central que antiguamente tenía plan de estudios comunes para ingeniero y arquitecto. Un real decreto dividió las carreras y le obligó a decidir, y según sus propias palabras lo hizo lanzando una moneda al aire.
Testimonio de esa elección es la Pieza del Mes que presentamos, expediente conservado en el fondo de la Universidad Central depositado en el Archivo Histórico Nacional. En los planes de estudio de esa época, para acceder a la Escuela de Arquitectura era necesario examinarse de las asignaturas cargadas de conocimiento técnico. (el reglamento de 1896 obligaba a hacerlo en la Facultad de Ciencias). De esa forma, se evitaría que se diera a los alumnos en la Escuela de Arquitectura una extensión innecesaria.
En mayo de 1896, con 20 años de edad, como alumno libre y habiendo abonado los derechos establecidos, solicita examinarse de Cálculo diferencial e integral. En el curso siguiente, con una solicitud manuscrita, expone su deseo de examinarse de las asignaturas de Cálculo infinitesimal y Mecánica racional para su ingreso en la Escuela de Arquitectura. siguiendo la Real Orden del 15 de febrero de 1897 de la Dirección General de Instrucción Pública.
Como hemos dicho algo más arriba, los planes de estudio exigían ser examinados en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de asignaturas de fuerte contenido técnico para acceder a Arquitectura. Por eso, nos encontramos también con el expediente del que será compañero y colaborador de Palacios: Joaquín Otamendi Machimbarrena (1874-1960), con signatura UNIVERSIDADES,5974,Exp.7
, solicitando ser examinado de Mecánica Racional en 1895.
En la Escuela de Arquitectura, Antonio Palacios conoció a Joaquín Otamendi, licenciándose ambos en el año 1900. Juntos, firmaron sus primeros proyectos que se encuentran entre los más relevantes de la arquitectura madrileña y española de ese momento. Pero el espaldarazo definitivo a su carrera les llegaría cuando apenas contaban con 30 años de edad, con la victoria en el concurso de proyectos para la construcción del Palacio de Comunicaciones en la Plaza de Cibeles (1917). El concurso había sido convocado por el Ministerio de Fomento y a él acudieron Joaquín Otamendi, Antonio Palacios y el ingeniero Ángel Chueca Sainz. Tras ese fulgurante arranque la colaboración entre Palacios y Otamendi daría nuevos frutos relevantes. Cabe destacar el edificio para el Banco del Río de la Plata (actual Instituto Cervantes, 1918) o el Hospital de Jornaleros de San Francisco de Paula, más conocido como Hospital de Maudes (1916).
Con el tiempo Antonio Palacios se separaría de Otamendi y profundizaría en un estilo ecléctico que tomaba elementos del clasicismo pero también del secesionismo vienés o de la Escuela de Chicago pero que era siempre reconocible, entre otras cosas por las grandes dimensiones.
También es cierto que para esa separación, se dieron dos circunstancias para Joaquín: en primer lugar, en 1918 fue contratado por la Dirección General de Correos y Telégrafos (junto a Luis Lozano construiría varias sedes de esta entidad en diversas provincias de España, destacando el edificio de Correos y Telégrafos de La Coruña) y en ese mismo año, por iniciativa de su hermano Miguel se constituyó la Compañía Urbanizadora Metropolitana, empresa que también contaría con Joaquín para diseñar sus trabajos. Años más tarde la familia Otamendi crearía la Compañía Inmobiliaria Metropolitana, para la que en colaboración con su hermano, realizaría sus últimas obras, como el Edificio España de la Plaza del mismo nombre.
Con esta pieza del mes, damos a conocer la importancia del fondo de Universidades del Archivo Histórico Nacional, no solo como apuntes biográficos de grandes personalidades que cursaron allí sus estudios, sino como fuente que nos permite conocer la evolución de la enseñanza, los programas de estudio, la formación de profesores y estudiantes, así como las políticas educativas de la época.
Por otra parte, con ella rendimos homenaje a dos arquitectos que a principios del siglo XX comenzarían a esculpir la arquitectura del Madrid más moderno y vanguardista.
Texto: Elena Jiménez López / Archivo Histórico Nacional
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