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Subdirección General de los Archivos Estatales
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El archivo, situado en la fortaleza de Simancas, hubo de afrontar a lo largo del siglo XX varias transformaciones y obras para hacer más confortable sus instalaciones, tanto a funcionarios como a usuarios. Hasta la década de 1930, los investigadores compartían el espacio de la Sala de Juntas con los archiveros y trabajadores del centro. En 1935 se separaron los diversos servicios que se prestaban en la planta principal del edificio- Dirección, Sala de Funcionarios, Sala de Investigadores y Secretaría-, y se dotó a estos espacios de calefacción, luz eléctrica y teléfonos.
Durante la Guerra Civil se siguieron haciendo mejoras en el edificio: se decoró la Sala de Investigadores y se arregló la zona del acceso, tanto para los peatones como para los carruajes. En 1940 las obras se centraron en llevar agua al edificio para dotarlo de servicios sanitarios adecuados. Entre 1943 y 1949 se acometieron mejoras en los talleres de encuadernación, restauración y fotografía y, además, se adecuaron dos habitaciones en la casa del Archivo para el alojamiento de investigadores.
Con el fin de facilitar el trabajo de los investigadores en 1955 se inauguró la Residencia de Investigadores que trataba de ahorrar la molestia a los usuarios, muchos de ellos de origen extranjero, de tener que volver cada día a Valladolid después del cierre del archivo. En el Boletín de la Dirección General de Archivos y Bibliotecas (Año IV, nº XXVI, Febrero de 1955) se describía la Residencia como un edificio moderno de dos plantas, con instalaciones comunes que podrían estar abiertas al público general que transitase la carretera hacia Valladolid. La inauguración tuvo lugar el 17 de julio de 1955 con presencia del Ministro de Educación Nacional y a ella acudieron embajadores y diplomáticos de diecinueve países, así como las principales autoridades de Valladolid.
Es interesante reseñar, en el caso del Archivo General de Simancas, la especial relación entre el centro y la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid. Según la memoria anual elaborada por el Archivo en 1957, la asistencia al centro de docentes y alumnos de esa facultad se había ido intensificando en aquellos años. La exigencia del Plan de Estudios de elaborar una tesina para obtener el título de licenciado había provocado la presencia de numerosos estudiantes en la sala de investigadores, un hecho que se ha podido constatar en muchos de los expedientes descritos en este proyecto. Además, una parte de esa labor investigadora se vehiculó a través del Seminario de Historia Moderna de la Facultad de Filosofía y Letras; para facilitar la labor investigadora de sus miembros se hacía traslado de la documentación previa petición del Decano de la Facultad, siendo recibida por el director de la Biblioteca Universitaria de Valladolid y depositada en una caja fuerte en las instalaciones del Seminario. El control físico de la documentación y su préstamo efectivo a los investigadores se hacía por parte de un archivero del centro.