Obras de restauración del vallado perimetral y patio del Museo de Zaragoza

Los principales aspectos que se han afrontado en este proyecto afectan a cuestiones tan visibles como la valla y “atrio” de acceso, y al patio interior que articula el Museo y representa, junto con la fachada principal, la imagen más potente de la arquitectura del edificio, recuerdo vivo de la exposición hispano-francesa de 1908.

Se ha resuelto el deterioro de la valla de cerrajería modernista, manteniendo todas sus características. Levantada sobre un zócalo de piedra arenisca, presentaba distintas patologías que producían descamaciones de placas, exfoliaciones y alteraciones por oxidación de elementos metálicos interiores de anclaje.

El patio del Museo, pese a ser uno de los elementos más relevantes del mismo, se encontraba infravalorado por una pobre pavimentación con baldosa de piedra lavada, y una iluminación muy deficiente, que alcanzaba exclusivamente a la zona porticada, creando un efecto de contraste que oscurecía casi totalmente las fachadas y el alero, que constituyen sus elementos más representativos.

Se ha dignificado el patio creando un nuevo pavimento de piedra, eliminando el peligroso escalón existente, permitiendo un uso más adecuado de este espacio, que en pleno centro de la ciudad admite multitud de posibilidades para la realización de eventos. En cuanto a las características del pavimento, se ha utilizado pavimento de piedra caliza con dos acabados diferentes, apomazado y flameado, de modo que se cree un cierto ritmo de modulación respecto de las columnas del patio, restando monotonía al espacio central.

Se ha sustituido la iluminación existente, con tecnología obsoleta. Como ejemplo, toda la instalación realizada consume lo mismo que dos lámparas instaladas anteriormente (lámparas halógenas de 300w de potencia). La nueva iluminación destaca los elementos arquitectónicos y la geometría y dimensiones del patio.

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Memoria del Proyecto