Las monedas son las principales protagonistas del caso de la fragata Mercedes. No sólo fueron el objeto del expolio del pecio y el motivo del litigio, sino que también han sido una de las principales pruebas judiciales para la identificación del barco: son las monedas las que indican que el buque en el que se cargaron partió de Lima en los primeros meses de 1804, cuando la ceca de esta ciudad aún no había tenido tiempo de producir un número elevado de piezas.
Prácticamente todo lo extraído del pecio son monedas. Aunque no fue lo único que transportaba la Mercedes, eran una parte muy importante de la carga. Más allá del impresionante volumen que representan –casi 600.000 monedas en diferentes estados de conservación- hay que insistir en su enorme valor cultural como bienes del patrimonio arqueológico mundial y como la imagen, inmovilizada para siempre en el tiempo, de una época y un acontecimiento histórico concreto.
El conjunto se compone de unas 578.000 monedas de plata y sólo 212 piezas de oro, cantidad poco habitual que también contribuyó a la identificación de la fragata, pues equivalía a lo reflejado en los registros de carga. La mayoría corresponde a los valores más elevados del sistema monetario español del momento: reales de a ocho de plata y piezas de ocho escudos de oro, acuñadas en época de Carlos III y Carlos IV en los virreinatos americanos, sobre todo en las Reales Casas de Moneda de Lima y Potosí, además de en las de Popayán, Santiago de Chile y México. El grueso se sitúa entre 1772 y 1804, con una mayoría de 1803 y de la década de 1790, y con el año 1804, fecha del hundimiento, como el más reciente.Salto de línea