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Cuerna

Cuerna
Cuerna

Número de inventario: 8691. Salamanca.

Asta, corcho. Alt. 11; diám. máx. 6,5 cm.

El tema del centauro sagitario, que vemos en esta cuerna de 1885 que perteneció a Francisco Muñoz, parece un motivo aislado respecto a lo que sería un zodiaco completo, que quizá estaría en la fuente de inspiración dado que se dibuja asociado dos peces que se muestran unidos por una cuerda, lo cual es un rasgo característico de piscis (si bien hay que decir que peces enlazados por una cuerda aparecen en otras cuernas sin que tengan ningún contexto zodiacal). La presencia de una sirena, no hace sino incidir en el carácter híbrido de algunos de los motivos elegidos y mostrar una realidad con larga tradición. Resulta evidente que este tipo de imágenes han estado al alcance de los pastores a través de una amplia gama de soportes de todo tipo y que, en muchas ocasiones, han convivido centauros y sirenas en una proximidad cercana, como ocurre en múltiples iglesias románicas, en donde representan el mal. Como recoge N. Guglielmi (1971: 52-56), en el Fisiólogo se une a sirenas y “onocentauros” (cuerpo de asno, en lugar de caballo; algo que no se diferencia en las imágenes) basándose en una profecía de Isaías; ambos animales adquieren, en la Edad Media, un carácter satánico y son enemigos de los hombres, según esta autora. La unión de ambos monstruos también se documenta en el texto alejandrino del siglo III d. C. atribuido al Pseudo Calístenes, sobre la vida de Alejandro Magno. No obstante, L. Charbonneau-Lassay (1997: 352-355 y 358-360) indica que el centauro arquero sirve de imagen emblemática de Apolo y que, en el mundo medieval, se asocia a Cristo –también lanzador de saetas– y se le presenta atacando a monstruos; no obstante, reconoce que es, asimismo, símbolo de Satanás.

La imagen plástica de los zodiacos son algo normal y muy visible en monumentos posteriores. La bóveda de la Biblioteca de la Universidad, conocida como “cielo de Salamanca”, pintada entre 1484 y 1490 y que actualmente está en las Escuelas Menores, es sólo un ejemplo próximo y suficientemente famoso. Además, aparece en otro soporte de fácil acceso al ámbito pastoril como son las aleluyas –hay uno en la número 3518, en esta Exposición– y quizá en algún libro popular, o en relojes de sol decimonónicos. Bastarían estas vías gráficas para explicar la presencia de un ser que no tiene mucha presencia en el imaginario popular hispano rural de los siglos XIX y XX.

Publicada en J. Caro Baroja (1950: 28 y lám. VI), E. Pérez Herrero (1980: 141) y C. García Medina (1987: 56).

JLMC

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