Número de inventario: 8029.
Madera. 90 x 10,5 x 7,8 cm.
L. Castañón (1983: 120-122) recoge una serie de creencias asturianas en torno a culebras y serpientes, que muestran la ambivalencia de este animal; junto a lo mortal de su mordedura –que se cura colocando ramas de avellano o roble sobre la mordedura– y a los remedios contra el animal –como el tocarle la cabeza con una vara de avellano– añade que su cabeza sirve como amuleto protector contra el mal de ojo. También, R. Violant i Simorra (1949: 405) indica que contra los efectos de las brujas se utilizaba culebra blanca seca y molida –con otros ingredientes– para hacer una salada con que librar al rebaño de estos males. Por otra parte, es conocido el uso de las camisas de serpientes para forrar el puntero de las gaitas en algunas zonas. Finalmente, hay que anotar que incluso en el Evangelio de San Mateo –recogido en los Bestiarios medievales– se la califica de “prudente” y Cristo pide que se sea como ella (S. Sebastián, 1985: 81-96 y N. Guglielmi, 1971: 48-50). Todo lo cual, y es sólo una mínima muestra, nos remite a una valoración dual de estos animales.
No se puede descartar, no obstante, que la importancia de la serpiente y el lagarto en este bastón –que además incluye un águila, una cigüeña y varias cabezas de animales poco reconocibles– sea un gusto achacable a la personalidad de quien lo talló, hacia 1920. No obstante, hay que recordar que es general la presencia de “culebras” en bastones, como subrayó Violant i Simorra (1953: 30 y fig. 4) remitiendo a la existencia de viejas tradiciones sobre la culebra para explicar el porqué de su presencia en los bastones tallados por los pastores pirenaicos. Asimismo, tanto B. Estornés Lasa (1930: 406 y 413) como M.ª E. Sánchez Sanz (1984: 158) inciden en esta característica al hablar, en concreto, de los bastones vascos y aragoneses. C. Morán Bardón (1990: 210) también anota la presencia del lagarto en un bastón salmantino (recordemos que esta pieza procede de la colección realizada por él). Sobre las características buenas y malas de la serpiente, a lo largo de la historia, se puede consultar a L. Charbonneau-Lassay (1997: 765-813) y N. Guglielmi (1971: 43, 48-51 y 89-90)
JLMC