Número de inventario: 18420. Cantalejo (Segovia).
Piel de gato, plástico. 39,5 x 20 cm.
Tradicionalmente, los pastores han producido por sí mismos casi todo lo necesario para su sustento y abrigo, generalmente partiendo de los productos obtenidos de su ganado. Ajenos a una economía de mercado, han vivido inmersos en un mundo en el que aprovechaban maderas, pieles, lana, huesos y cuernos para procurarse útiles, ropa y cobijo. El aprendizaje de esta labor artesanal se desarrollaba al mismo tiempo que se aprendía el oficio de pastor. Así, en múltiples ocasiones, los pastores han sido maestros en el adobo y curtido de pieles, bien del ganado que guardaban bien de otros animales domésticos, como el perro o el gato. A diferencia de los boteros profesionales que desempeñaban un trabajo muy especializado, los pastores dependían de una economía autárquica, en la que aprovechaban los materiales del entorno al máximo (L. Cortés Vázquez, 1992: 95 y S. Pallaruelo, 1988: 165-167).
La pieza, realizada con el pellejo de un gato, pertenece al tipo de botas u odres denominados enterizos, es decir, que la confección se realiza con la piel entera del animal destripado. Se cortan las pezuñas o garras y la cabeza del animal y por el cuello abierto se vacían las vísceras. Este tipo de odres es menos frecuente que los llamados cosidos, a los que se les amputa además una de las patas traseras para que se mantenga en pie verticalmente, apoyado y sin caerse (http://www.euskonews.com/artisautza/0156zbk/elaboracion.html).
Para poner en práctica esta labor artesanal, el pastor seguía una cadena operativa que se compone de los siguientes pasos: obtención de la piel, corte de la misma, secado con sal, desprendimiento del pelo, curtido de la piel, generalmente con suero de leche, secado y aireado, remojado de la piel para quitarle el olor, cierre de orificios que quedan de las patas y ombligo del animal (http://www.gobcan.es/artesania/oficio.jsp?oficio=100).
ABCR