Número de inventario: 14406. Salamanca.
Madera de encina. 10 x 31 x 4 cm.
El mango curvo tiene en la empuñadura un animal tallado que parece un león. La talla no es demasiado realista ya que si nos fijamos en el tamaño de las orejas, parecen más las de un macho cabrío que las de un león. Pero la inconfundible melena que rodea su cabeza, hace que nos decantemos por la opción mencionada. Muchas son las cualidades que a lo largo de la historia se le han atribuido a este animal, todas relacionadas con la valentía, el coraje o la fuerza. Ya sabemos que lo llaman “el rey de la selva”. Pero en este caso tenemos un león en posición sumisa, con la cabeza baja y metida entre las patas delanteras y la lengua fuera como símbolo de cansancio.
Se trata de una posición del animal que está condicionada por la funcionalidad de la pieza, por eso se ha aprovechado la unión de la lengua con las patas traseras del animal para darle la forma de mango. La postura de sumisión asociada a la figura de león no es, sin embargo, extraña. Es conocida de sobra la imagen de dos leones lamiéndole los pies al profeta Daniel, como se puede ver en la iglesia visigoda de San Pedro de la Nave, en Zamora.
Esta pieza se completaría con la hoja, que iría situada en la parte delantera y sujeta, por el lado más estrecho con una argolla y encajaría hasta encima de la cabeza del animal, formando todo el conjunto un ángulo de 45º como se puede observar en la fotografía que aparece en el libro de C. Morán Bardón (1990: 237), quien creó la colección de arte popular de la que forma parte este mango de azuela.
VSC