La globalización del mundo se ha considerado una amenaza contra las tradiciones, costumbres y comportamientos de las diversidades culturales. Es cierto que las fiestas, ceremonias, indumentarias, ritos y creencias que han dado a la humanidad una riqueza etnológica, cada vez se van reduciendo y el grueso de la sociedad las abandona.
Con el paso del tiempo y resultado de las nuevas experiencias y conocimientos de la sociedad, debido a la necesidad de adaptación y por influencia de otros grupos sociales, los hábitos de las sociedades van cambiando.
La mujer, a lo largo del tiempo, ha desempeñado un papel importante en la transmisión de las tradiciones. Según las culturas, la mujer ha protagonizado determinadas actividades, fundamentalmente en el ámbito doméstico, como la costura, la molienda de maíz o el planchado de la ropa con las que habitualmente se le ha asociado. También ha contribuido a su permanencia en el tiempo inculcándolas de generación en generación, en su función educadora desde la infancia.
La costumbre de la mujer de continuar utilizando determinadas indumentarias y complementos muchas veces le ha venido impuesta desde el exterior y en otros casos ha sido una elección propia, como es el uso del traje de la mujer limeña que le permitía gozar de cierta libertad auque solo fuera basada en el anonimato. En otros casos, como el mantón de Manila, un complemento con el que la mujer se encuentra favorecida, no solamente perdura el modelo tradicional sino que también se adapta a las nuevas tendencias de la moda.
En las ceremonias de boda los vestidos de las mujeres han sido elegidos con sumo esmero. Esto es válido para todas las culturas, independientemente del rito nupcial. Es un buen ejemplo para hacer notar que algunas tradiciones se han modificado en distintas épocas y se han adaptado a nuevas modas que se han convertido en una nueva tradición iniciando un nuevo ciclo. Salvo las pequeñas comunidades primitivas, pocas culturas han mantenido invariables sus tradiciones a lo largo del tiempo.