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Recuerdo biográfico

Quería escribir mi alegría en el cielo

¿Desde dónde comenzar a contar a José Hierro, poeta hecho para la libertad y la alegría y que sin embargo conoció desde el encierro la tragedia histórica de nuestro país?

José Hierro nació un 3 de abril de 1922 en Madrid pero, a los dos años, debido a un cambio de destino de su padre, empleado de telégrafos, la familia al completo se trasladó a Santander, donde transcurrieron su infancia y la mayor parte de su juventud.

Sus estudios primarios los realizó en el Colegio de los Salesianos, cursando después –en contra de la voluntad familiar- la carrera de perito industrial, estudios que quedarían interrumpidos por el estallido de la Guerra Civil, que propiciaría su afiliación a la Unión de Escritores y Artistas Revolucionarios.

Al finalizar ésta fue detenido y procesado bajo la acusación de pertenecer a una red clandestina de ayuda a presos políticos, recorriendo las cárceles de Santander, Comendadoras (Madrid), Palencia, Porlier, Torrijos (Toledo), Segovia y Alcalá de Henares, donde fue liberado en enero de 1944.

Aunque su vida lectora había comenzado mucho antes de su encierro (sus lecturas incluían desde J.M. Barrie o Gabriel Miró a Gerardo Diego –a quien consideraría su “padre espiritual”-, Juan Ramón Jiménez, Dostoievsky, Dickens, Lope de Vega y Baudelaire, por poner tan sólo algunos ejemplos) y ya tenía escritos publicados, la actividad literaria que desarrolló en la cárcel fue clave para afianzar su compromiso creador. Hierro dedicó su tiempo a enseñar a otros presos a leer y registró durante esta época vivencias personales -explorando la relación con su padre, también encarcelado, o el efecto de la interrupción de sus estudios- y descubrimientos poéticos -como la Generación del 27, que tanto le marcaría-, plasmando asimismo su visión de distintos sucesos acaecidos durante la contienda.

A su salida de prisión, en enero de 1944, se trasladó a Valencia con el poeta José Luis Hidalgo, dedicándose a la escritura y a la fundación de las revistas Corcel y Proel. Allí comenzaría a escribir los primeros poemas de Tierra sin nosotros, libro que concluirá en 1946 y que se publicará un año más tarde.

1946 es también el año en el que Hierro comenzó a fraguar su poemario Alegría, que concluirá a comienzos de 1947, obteniendo el premio Adonais de poesía. El jurado del premio era de excepción: Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, José Luis Cano, Gerardo Diego y Enrique Azcoaga distinguieron la calidad de sus versos.

A continuación, Hierro fraguará un nuevo poemario, Con las piedras, con el viento – que se publicará en 1950-, libro que protagoniza una curiosa anécdota: cuando va a enviarlo a la imprenta se da cuenta de que lo ha perdido y vuelve a redactarlo en una sola tacada con la ayuda del manuscrito conservado por el matrimonio formado por los escritores Francisco Ribes y Josefina Escolano – conocida como María de Gracia Ifach, asimismo biógrafa de Miguel Hernández-, a quienes se lo había enviado previamente.

Seguidamente, Hierro vuelve a Santander, continuando con sus colaboraciones en la revista Proel.

En estos años, mientras sigue escribiendo, se desempeña en oficios muy diversos: tornero, listero, profesor, redactor jefe de las revistas de la Cámara de Comercio de Santander -donde escribe sobre economía y sobre los prohombres de la industria cántabra- y de la Cámara Agraria (titulada esta última Tierras del Norte).

En 1951, con el título de Poèmes, verá la luz la primera antología de poemas de José Hierro traducidos al francés.

En 1952 aparece en la Antología consultada de la joven poesía española y en ese año fija su residencia definitivamente en Madrid, donde comienza a trabajar en sitios diversos: en el CSIC, el Ateneo –donde más adelante dirigirá una tertulia poética que acabará siendo censurada- y en Editora Nacional -primero como oficinista y luego como encargado de ediciones-; además de ejercer como crítico de arte, colaborar en revistas y periódicos y en Radio Nacional de España como locutor y guionista (este último puesto desempeñado hasta su jubilación, en 1987).

En 1953 se publica Quinta del 42; un año más tarde, su Antología poética y, ya en 1955, Estatuas yacentes.

En 1957 recibirá el premio de la Crítica y el Premio March por Cuanto sé de mí y publicará un volumen recopilatorio de su poesía, prologado por él mismo, titulado Poesía del momento, al que seguirá –en 1960- la antología Poesías escogidas.

Dos años después saldrá a la luz la primera edición de sus Poesías completas (1944-1962), y será incluido en la antología de José Mª Castellet Veinte años de poesía española (1939-1959).

Su Libro de las alucinaciones obtendrá el Premio de la Crítica en 1964 y en 1965 será uno de los poetas escogidos para la antología elaborada por Leopoldo de Luis, Poesía española contemporánea. Antología (1939-1964). Poesía social.

En 1980 Aurora de Albornoz publica una extensa Antología de la obra de José Hierro (la 2ª edición es de 1985) y un año más tarde, en 1981, se le concede el premio Príncipe de Asturias. Nueve años más tarde, en 1990, recibirá el Premio Nacional de las Letras.

En 1998 concluye Cuaderno de Nueva York -obra por la que obtendrá el Premio Nacional de Poesía- y ese mismo año se le otorgan el Premio Cervantes y el Premio de la Crítica como reconocimiento a su labor creadora.

Entre otras distinciones es nombrado Doctor Honoris causa por la Universidad Menéndez Pelayo y la Universidad de Turín y elegido académico de la Real Academia Española, si bien no podrá llegar a tomar posesión.

Amante de la pintura y del mar, del vino y los amigos, genio del lenguaje y escritor de café, falleció como consecuencia de una insuficiencia respiratoria el 21 de diciembre del 2002 en Madrid, dejando un legado excepcional.

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