María Gutiérrez-Cueto Blanchard, Santander, 6 de marzo de 1881-París, 5 de abril de 1932. Pintora perteneciente a círculos de artistas vanguardistas que encabezaron la renovación plástica en París en la primera mitad del siglo XX.
De familia acomodada y culta, era hija de Enrique Gutiérrez Cueto, secretario de la Junta de obras del Puerto, aficionado a la pintura y fundador del periódico El Atlántico en 1886, y de Concepción Blanchard Santiesteban. Su abuelo, Cástor Gutiérrez de la Torre fundó en 1857 el periódico regional La Abeja Montañesa y fue su prima, la escritora, periodista, pedagoga y diputada, Matilde de la Torre.
A raíz de la muerte de su padre, la familia se trasladó a Madrid en 1904. En la capital, continuó sus estudios de pintura bajo las enseñanzas de Fernando Álvarez de Sotomayor, futuro director del Museo del Prado entre 1922 y 1931, Manuel Benedito y Emilio Sala. En 1906 se presentó por primera vez a la Exposición Nacional de Bellas artes, pero fue en la edición de 1908 cuando se le concedió la tercera medalla por la pintura Los primeros pasos. En esa misma época fue profesora de pintura de César Jenaro Abín.
El reconocimiento de su trabajo le permitió obtener una beca de tres años para ampliar sus estudios en París, financiada por la Diputación Provincial de Santander. Allí estudió en la Academia Vitti, convirtiéndose en discípula de Hermenegildo Anglada Camarasa y Kees van Dongen. Fue en esta primera estancia cuando estableció estrecha amistad con un gran número de artistas vanguardistas asentados en París como Diego Rivera, Juan Gris y Angelina Beloff.
Otro hito en su carrera fue la obtención en 1910 de la segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes. En el Archivo General de la Administración se conserva el expediente de su participación en dicha exposición, incluyendo el boletín de inscripción y el de entrega de la obra Ninfas encadenando a Sileno, las propuestas de los miembros del jurado y la relación de recompensas del certamen (AGA-31/06858, AGA-31/06859, AGA-31/06860).
La segunda estancia de la pintora en París, posible por la prórroga de dos años de su beca, fue interrumpida por el estallido de la Primera Guerra Mundial y, como muchos artistas, dejó el país para trasladarse a Madrid. Asentada en la vivienda familiar de la calle Goya, mantuvo una estrecha amistad con la escritora Concha Espina, que residía en el mismo edificio.
En esa época participó del grupo conocido como los “parnassois exiliados” que se reunían en el Café Pombo, al que pertenecían el matrimonio Delaunay, Marie Laurencin, Diego Rivera o Alfonso Reyes, entre otros. En este periodo madrileño María Blanchard fue una de los artistas expuestos en la muestra organizada por Ramón Gómez de la Serna “Pintores íntegros” en 1915, primera exposición cubista en el país. Ese mismo año consiguió una cátedra de dibujo en la Escuela normal de Salamanca. No obstante, en 1916 se mudó nuevamente a París.
En esta nueva etapa, en la que abandonó del apellido paterno, entró en la galería de arte de Leonce Rosemberg, llamada L’Effort Moderne. Un nuevo reconocimiento que la hizo compartir espacio con otros artistas de la talla de Pablo Picasso, Juan Gris o Jean-Paul Laurens hasta 1922. En 1923 participó en un trío artístico profesional con André Lothe y Roger de La Fresnaye que participó en una exposición en Bélgica ese mismo año organizada en la Galerie du Centaure. Más de cuarenta años después en el mismo país se organizaría una exposición retrospectiva sobre María Blanchard de la que dio testimonio Margarita Nelken en un artículo de prensa. En 1924 expuso en el Salón de las Tullerías y nuevamente en Bruselas en 1926.
A partir de 1930 y hasta su muerte en 1932 se convirtió en el mayor apoyo de su hermana Carmen, viuda y madre de tres hijos. Fue enterrada en el cementerio parisino de Bagneaux.
Su amplia obra abarca una gran evolución estilística marcada por los movimientos de vanguardia del momento en los que no sólo la influyeron, sino que participó activamente. Sus inicios se mantienen en la línea del academicismo de sus primeros maestros que se pueden observar en Gitana (1905-1906). Las lecciones en la Academia Vitti se aprecian en el uso del color y empaste como en Ninfas encadenando a Sileno (1910) y tras su segundo viaje a París asistiendo a las lecciones de Kees Van Dongen, el descubrimiento del arte primitivo le lleva a un nuevo lenguaje plástico, Mujer con vestido rojo (1912-1914), que terminaría como la mayoría de los artistas a participar en el cubismo, Femme à la guitare (1917). Participó activamente en el círculo cubista manteniendo una estrecha amistad con Juan Gris, Jacques Lipchitz y Diego Rivera, momento de gran éxito, participando junto con los demás grandes nombres del cubismo sintético. A partir de 1920 retornó a la figuración conforme a la corriente extendida por toda Europa de “retorno al orden”, hacia un estilo cada vez más espiritual y melancólico, como en La comulgante, que presentó con gran éxito en 1920 en el Salón de los Independientes.
Su obra puede ser contemplada en el Petit Palais de Ginebra, en el Centro Georges Pompidou y en el Musée de la Ville de París y, en España, en El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao y en Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander.