Si hay una figura femenina que pueda vincularse de manera inequívoca al Trienio Liberal esa es Mariana Pineda . La joven viuda de 27 años ajusticiada en 1831 se convirtió en el símbolo más potente de la defensa de las libertades políticas frente a la tiranía del absolutismo.
Hija del militar Mariano Pineda Ramírez y de María Dolores Muñoz Bueno, su temprana orfandad no impidió que recibiera una esmerada educación en el Colegio de niñas nobles de Granada, bajo la tutela del matrimonio formado por José de Mesa y Úrsula de la Presa.
Con apenas quince años Mariana contrajo matrimonio con Manuel Peralta Valte, militar de ideas liberales. Viuda a los 18 años, siguió frecuentando los cenáculos liberales y, cuando el Trienio Liberal tocó a su fin, se convirtió en ayuda indispensable para la huida de presos políticos como Fernández Álvarez de Sotomayor.
El descubrimiento de una bandera constitucional que se bordaba en su casa motivó la sentencia condenatoria por parte del alcalde del Crimen de la Real Chancillería de Granada , Ramón Pedrosa Andrade . Los esfuerzos de la defensa, de la que formaba parte el que sería su última pareja sentimental, José Peña Aguayo , fueron inútiles para lograr la salvación de la granadina.
Tras su muerte nació el mito y la leyenda, y Mariana se convirtió en un símbolo a reivindicar por el naciente liberalismo español decimonónico.
El proceso a Mariana Pineda se siguió ante la Sala del Crimen de la Real Chancillería de Granada. Sustraído de esta institución, probablemente ya en el siglo XIX, ha contribuido a que los hechos que rodearon la condena a muerte de Mariana Pineda queden sujetos a la especulación y fabulación. Por ello, se atribuyeron al juez de la causa, Ramón Pedrosa Andrade, motivos de índole personal, como su atracción por la joven viuda, y no otros de carácter legal y jurídico, en su persecución y condena a Mariana.
Sí que conserva en el Archivo de la Real Chancillería de Granada el expediente de uno de los miembros que ayudaron en la defensa de Mariana: José de la Peña Aguayo. En 1824 se instruyó el expediente de recibimiento como abogado, donde constan sus méritos académicos así como su partida de bautismo. Por dicho expediente sabemos que fue alumno del abogado principal que llevó la causa: José María de la Escalera , catedrático de Historia y Elementos del Derecho Español.
José de la Peña Aguayo no solo ayudó en la defensa legal de Mariana sino que se convirtió en pareja sentimental de la joven granadina. Fruto de esa relación nació una niña, Luisa, que fue adoptada por su padre tras la muerte de Mariana.
Otro de los documentos que conserva el Archivo de la Real Chancillería es la petición de la licencia de impresión del "Discurso Histórico Legal" sobre el derecho de la princesa Isabel Luisa a la Corona. Frente a los partidarios de una sucesión masculina en la persona del infante Carlos María isidro , José de la Peña se mostraba partidario de la futura Isabel II, no sólo por razones evidentes en un liberal sino porque la ley y la costumbre histórica española así lo certificaban. No es de extrañar, por tanto, que fuese diputado en las Cortes isabelinas y que culminase su carrera política como ministro de Hacienda en el gabinete del marqués de Miraflores .
El impacto que había causado la muerte por garrote vil de una mujer joven y madre de dos hijos hizo que su recuerdo no se desvaneciese y que, con el inicio del reinado de Isabel II, las Cortes rindiesen tributo a la granadina: Documento Congreso de Diputados .
Pero más allá de los discursos o proclamas de Mariana como heroína de la libertad, hubo una consecuencia material en las personas de sus hijos. Mariana había tenido dos hijos, fruto de su temprano matrimonio, y otra niña, siendo viuda y a raíz de su relación con José de la Peña. A su muerte le sobrevivieron su hijo mayor José Peralta Pineda y su última hija, Luisa Peña Pineda . A ambos se les reconoció la protección económica por parte del gobierno, una tutela que se desenvolvió de manera distinta. En el caso de Luisa esta ayuda debió de extenderse hasta la celebración de su matrimonio con José Valverde Orozco, magistrado de la Audiencia de Madrid. El caso de José nos ha dejado más testimonios en los Archivos Estatales. Así, se le ofreció plaza en el cuerpo de Infantería, pero su mala salud le impidió dedicarse a la profesión militar. Por ello, fue beneficiario de diversos puestos en la Administración Pública y, en los periodos de cesantía, pudo disfrutar de una pensión pública.
Fue la bandera constitucional que se estaba bordando en la casa de Mariana Pineda la que desencadenó el proceso fatal que la llevó al cadalso. No es Mariana la única heroína patria que ha sido vinculada con la bandera. Desde Betsy Rolls, pasando por la representación de la Marianne francesa con la bandera tricolor, este binomio mujer- enseña nacional se repite en otros casos.
Pero nos interesaría rescatar aquí el caso de otra patriota, en este caso chilena, a quien se atribuye el bordado de la primera enseña nacional. Nos referimos a Javiera Carrera , hija del coronel de milicias y miembro de la primera Junta de Gobierno de Chile, Ignacio Carrera Cuevas . Además de ser anfitriona de tertulias con otros patriotas chilenos, su adhesión a la causa independentista la condujo al exilio argentino junto a sus hermanos, los famosos hermanos Carrera, dos de los cuales fueron fusilados por la defensa de sus ideas.