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Joyas documentales para la Historia de las Mujeres

cabecera dia de la mujer archivos estatales

Ana de Mendoza, princesa de Éboli

AHNOB,OSUNA,C.1838,D.10 Pulse para ampliar

Ana de Mendoza y de la Cerda (1540-1592), más conocida como princesa de Éboli por su matrimonio con el noble portugués Ruy Gómez de Silva (1516-1573), ha sido uno de los personajes femeninos que mayor fascinación han ejercido en la memoria colectiva, acaso como consecuencia de su inconfundible imagen.

Ruy Gómez de Silva, privado y consejero de Felipe II, fue príncipe de Éboli desde 1559. Había ejercido una influencia nada desdeñable en el entorno cortesano del Rey Prudente, y fue él quien promocionó a Antonio Pérez como secretario del monarca. Es por ello que, una vez viuda, la princesa de Éboli trataría de acercarse al secretario como medio de influenciar en una corte polarizada e intigrante que, en última instancia, acababaría propiciando su detención por orden del propio rey. Ello le costó vivir recluida para el resto de sus días, primero en Pinto y, posteriormente, en Pastrana.

En el Archivo Histórico de la Nobleza conservamos algún número de cartas escritas de su puño y letra, como estas misivas autógrafas que fueron enviadas a Jerónimo Torrentero, escribano de los príncipes de Éboli, de quien también conservamos sus protocolos, unos voluminosos libros que han resultado de gran interés a la hora de trazar la biografía de Ana de Mendoza.

En la carta, dada en Pastrana a 9 de febrero de 1586, la princesa se queja a Torrentero de cierto criado, Francisco Osorio, de quien quiere prescindir, probablemente por estar implicado en las maquinaciones de sus enemigos.

Juana Pimentel, la Triste condesa

AHNOB,FRIAS,C.126,D.26 Pulse para ampliar

Juana Pimentel (1414?-1488) fue la segunda mujer de Álvaro de Luna, condestable de Castilla, maestre de la Orden de Santiago y valido del rey Juan II. Había sido uno de los hombres más poderosos de su tiempo hasta que perdió la confianza del monarca y fue ejecutado en Valladolid, en abril de 1453.

Tras la muerte del condestable su mujer y e hijos quedaron en una situación muy comprometida, lo que obligó a Juana a luchar denodadamente por mantener sus bienes y restaurar la maltrecha memoria de su difunto marido, incluso si para ello tenía que combatir al mismísimo rey, como de hecho hizo.

El documento FRIAS,C.126,D.26 fue expedido en uno de los más duros momentos de Juana Pimentel, en 1461, después de varios años de desencuentros con Enrique IV, que ya había desmembrado el mayorazgo instituido por Álvaro de Luna antes de su muerte. Otro documento, también conservado en el Archivo de la Nobleza, da cuenta de la alianza encabezada por Doña Juana en coalición con los Mendoza, contra Juan Pacheco, su gran adversario, y contra el propio monarca. En este que ahora nos ocupa, el rey manda confiscar a la condesa sus villas de La Adrada, Arenas de San Pedro y La Puebla de Montalbán, donde permanecía recluida, por haber incurrido en ciertos delitos, entre ellos haber respondido con pólvora a las prentensiones del rey de ser acogido en la fortaleza de dicha villa.

El influjo de terceras personas consiguió que Juana Pimentel no fuese condenada a la pena capital, que le fue conmutada. Sin embargo, ese mismo año de 1461, como consecuencia de sus desavenencias con el rey perdió la custodia de su nieta que hubo de casarse con Diego López Pacheco, marqués de Villena.

Beatriz Galindo, la Latina

AHNOB,BORNOS,C.691,D.1 Pulse para ampliar

Beatriz Galindo (1465-1532) fue una de las mujeres sabias del círculo cortesano de Isabel la Católica. Fue particularmente reconocida por su dominio de la lengua latina, un saber poco frecuente entre las mujeres de la época, más aún al tratarse de una dama laica. Ello le valió el apodo de "la Latina" con el que ha pasado a la historia, en parte por haber sido la fundadora de un convento concepcionista y un hospital que permanecieron activos en Madrid durante varios siglos.

El documento que mostramos es la bula fundacional que el papa Julio II otorgó a Beatriz Galindo para que pudiera poner en marcha el convento de la Concepción francisca de Madrid, anejo al hospital del mismo nombre. En el Archivo Histórico de la Nobleza conservamos otros documentos sobre Beatriz Galindo y sus fundaciones. Destacan los libros de administración del Hospital de la Latina en los que ha quedado reflejada la actividad de la institución hasta el siglo XIX. Todos estos documentos se hallan dentro del fondo de los condes de Bornos, patrones de la mencionada institución.

Leonor de Guzmán, la Favorita

AHNOB,PRIEGO,CP.318,D.17 Pulse para ampliar

Leonor de Guzmán (1310-1351) ha pasado a la historia con el sobrenombre de "la Favorita" por haber mantenido una larga una relación extramatrimonial con Alfonso XI, rey de Castilla, de la que fueron fruto nada menos que diez hijos. Ello le valió para que el rey la colmara de mercedes, entre ellas un buen número de señoríos que le fueron otorgados entre 1332 y 1345 con motivo del nacimiento de sus sucesivos hijos entre ellos Enrique II, que daría origen a la dinastía Trastámara.

Leonor, nacida en el seno de un poderoso linaje (la unión de Guzmanes y Ponces de León) llegaría a ser, a juzgar por los cronistas de época, la mujer más influyente de su tiempo. Por supuesto, más que la propia reina, María de Portugal, que permaneció recluida en un monasterio durante años, hasta la muerte de Alfonso XI y el ascenso al trono de su hijo Pedro. Durante el reinado de este, como Pedro I de Castilla, María de Portugal recuperó su ascendiente en la corte. Como cabría esperar, Leonor sería expulsada de la escena de influencia cortesana y posteriormente ejecutada en Talavera de la Reina.

En este privilegio (inclompleto, falta la iluminación del interior de la rueda) el rey concedía a Leonor el señorío de Palenzuela (Palencia) en 1333 con ocasión del nacimiento de los infantes Enrique y Fadrique.

Beatriz de Bobadilla, marquesa de Moya

AHNOB,FRIAS,C.12,D.22 Pulse para ampliar

Beatriz de Bobadilla (1440-1511) trabó amistad con la infanta Isabel cuando esta era todavía una niña que vivía con su madre y su hermano, alejados de la corte, en Arévalo, de cuya fortaleza era alcaide Pedro de Bobadilla, su padre. La influencia de Beatriz, dama de honor de la reina, y de su marido, Andrés de Cabrera, se consolidó merced a su temprana apuesta en favor de Isabel en momentos de incertidumbre política y resultó muy conveniente cuando, finalmente, esta accedió al trono en lugar de su sobrina Juana "la Beltraneja", tras la muerte de Enrique IV.

En el documento nos ha quedado registrado el pacto asentado entre el matrimonio Bobadilla-Cabrera y Juan Pacheco, marqués de Villena, cuya lealtad había virado según las circunstancias pero que en aquel momento se contaba entre los contrarios a la causa isabelina -temía que si Fernando llegaba a ser rey le usurpara el marquesado de Villena, al que también tenía derecho sucesorio-. En esta confederación nobiliaria se acordaba la entrega de la fortaleza de Segovia a Pacheco a cambio de determinadas prebendas y constituía un pacto de amistad entre ellos, sin embargo, las apetencias de Pacheco llevaron a que este urdiera un motín contra Cabrera que este logró sofocar, por lo que finalmente el alcazar continuó en su poder.

Poco después, muertos Pacheco y el propio Enrique IV, ante el peligro de una crisis sucesoria, Andrés Cabrera, influenciado por su mujer, se posicionó abiertamente a favor de Isabel y Fernando a los que entregó la fortaleza de Segovia y el tesoro real que custodiaba. Estas y otras acciones harían que el matrimonio adquiriera gran proyección social y engrandeciera su patrimonio dando origen al marquesado de Moya y el condado de Chinchón.

Sor María de Jesús de Ágreda, la monja azul.

AHNOB,FRIAS,C.26,D.116 Pulse para ampliar

María Coronel y Arana (1602-1665), más conocida por su nombre de religiosa, sor María de Jesús de Ágreda, fue una de las más influyentes mujeres de la España barroca. No solo destacó como escritora y mística, sino también por el influjo que ejerció en Felipe IV, con quien mantuvo una relación epistolar durante más de veinte años (1643-1665) en la cual no solo tocaron aspectos espirituales, sino que también intercambiaron palabras sobre el mundo y el gobierno temporal. Estas se hallan plagadas de metáforas como “el enfermo” (el rey Felipe IV), “el dedo malo” (el valido Luis de Haro), y “el médico” (la propia María Coronel) que servían para designar a los personajes y negocios de la corte. Posteriormente, para mayor seguridad llegarían a intercambiar correspondencia cifrada.

A Sor María de Ágreda se le atribuyeron numerosos milagros (destaca una bilocación para evangelizar indios en el continente americano) que, unidos a sus éxtasis y a su producción literaria levantaron suspicacias entre los inquisidores y le hicieron alcanzar gran fama entre la nobleza.

Desde su celda escribió varios libros, supuestamente inspirados por la Virgen, como Mística ciudad de Dios (que llegaría a estar incluida en el Índice de libros prohibidos por el Santo Oficio), y numerosas cartas que serían conservadas con veneración por sus destinatarios. Ello ha permitido que todavía hoy encontremos algunas de estas misivas entre los fondos del Archivo Histórico de la Nobleza, como esta carta autógrafa escrita en Ágreda el 20 de diciembre de 1640 y dirigida a una dama desconocida.

Josefa Pimentel, condesa-duquesa de Benavente

AHNOB,OSUNA,CT.515,D.34

Josefa Pimentel (1752-1834), mujer del IX duque de Osuna, fue una de las más activas mecenas de la España dieciochesca. Mujer ilustrada, por sus salones pasaron las principales figuras de la escena cultural de su tiempo, de los que han quedado multitud de huellas documentales conservadas en el Archivo de la Nobleza, desde cartas privadas a facturas y libranzas, pasando por las numerosas recomendaciones con las que favoreció a artistas de todo tipo.

En los documentos acumulados por la duquesa y sus administradores circulan nombres como Goya, Esteve, Moratín, Iriarte, Haydn o Boccherini y el de otros muchos artistas, cantantes, actores y bailarines que embellecieron las estancias y amenizaron las veladas celebradas en sus distintas residencias como las de la Puerta de la Vega, en Madrid, o el palacete de la Alameda de Osuna, conocido como El Capricho.

En el documento, firmado por la condesa-duquesa de Benavente en junio de 1787, se afirma haber librado cierta cantidad de dinero por unos cuadros encargados a Francisco de Goya, que trabajó para la casa desde mediados de los ochenta. En este período el aragonés pintó uno de los más representativos retratos de Josefa Pimentel, vestida a la moda francesa (ca. 1785), así como varias composiciones familiares en los que aparecen los duques con sus hijos.

Otros documentos que atestiguan la relación de Goya con la casa de Osuna, también conservados en este centro, son las libranzas en las que se mencionan series sobre "asuntos de brujas" o los cuatro libros de grabados al aguafuerte de los Caprichos adquiridos por el matrimonio en enero de 1799.

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