A menudo, historiadores y cronistas nos han relatado las importantes consecuencias que la batalla de Lepanto tuvo para la civilización occidental. También han dedicado abundante atención a las maniobras tácticas y a la participación de los más señalados artífices de la victoria. En cambio, resulta mucho menos conocida la vida cotidiana de aquellos a quien, genéricamente, se denominaba “gente de remo”, a saber: los forzados o galeotes, los esclavos y los buenaboyas o remeros alistados voluntariamente (el término procede del italiano buona voglia, buena voluntad). Con este destacado descendemos a la crujía y los bancos donde, a menudo encadenados, se hacinaban quienes, con la fuerza de sus músculos, propulsaban estas embarcaciones.
En los dos próximos documentos se nos informa acerca de los alimentos que debían ser provistos en las galeras, así como las raciones que eran repartidas entre la tripulación. Como puede apreciarse, las diferencias de rango y estatus tenían su correlato en la alimentación de aquellos hombres.
SANTA CRUZ,C.75,D.23. fol27.
[1] La expresión "gente de cabo" se utilizaba en contraposición a la de "gente de remo". Incluye al grueso de oficiales, soldados y marineros de una galera.
[2] Chusma. Este término, utilizado con gran frecuencia en la documentación oficial, se utilizó para referirse al conjunto de forzados que cumplían pena en galeras.
[3] La mazamorra eran fragmentos menudos de bizcocho, a menudo los restos que quedaban al fondo de los sacos que contenían esta especie de pan duro y seco.
SANTA CRUZ,C.71,D.35.
La gente oridinaria que ha de tener una galera sencilla en viaje son 18 oficiales con el capitán, 34 marineros con proeles, 8 soldados, 100 remeros de buena boya y 64 forzados y esclavos, y han menester cada mes lo siguiente:
(SANTA CRUZ,C.75,D.23, fol 90)
A continuación se nos muestran algunas características de los esclavos que servían en la galera capitana. En su mayoría, son turcos, si bien algunos de ellos figuran como “renegados”, es decir, se trata de antiguos cristianos convertidos a la fe islámica que, posteriormente, habían sido capturados en alguna acción bélica. Si no aceptaban renegar del Islam, eran convertidos en esclavos. En el presente documento se los describe físicamente, se indica su edad y su estado (mediante adjetivos tales como “bueno”, “flaco”, “malo” o “muerto”). Algunos ejemplos:
En este documento, Luis de Requesens relata un hecho en el cual la participación de los galeotes cristianos (que servían en galeras por la comisión de algún delito) resultó fundamental a la hora de atajar una revuelta perpetrada por los remeros turcos de la galera, quienes se habían levantado contra los soldados que los custodiaban. Los forzados cristianos se enfrentaron a los turcos en una acción que les fue reconocida y que valío para obtener la libertad de algunos de ellos.
SANTA CRUZ,C.77,D.106.
[Escribe Luis de Requesens]
[…] Y estando en el dicho puerto de Palamós la dicha galera, a primero de mayo de este presente año, los turcos de ella intentaron de levantarse con ella y tomaron las armas contra los soldados y gente que en ella había. Y algunos remeros cristianos, de los de dicha galera, se opusieron a la defensa de ella e hirieron y maltrataron a algunos turcos de los que habían tomado las armas y fueron causa de entretener que los dichos turcos no hiciesen ni saliesen con su intento, en que hicieron particular servicio a su magestad. Y pareciendo ser conveniente darle parte de lo sucedido, le supliqué, atento a que algunos de los dichos cristianos estaban condenados por tiempos limitados, y que fuera justo, hacer alguna demostración con ellos para dar ánimo a los demás cuando se ofreciesen algunas ocasiones semejantes y fuese menester desherrarlos para pelear con los enemigos.
[Respuesta del rey]:
Visto lo bien que lo han hecho los forzados cristianos […] podeis dar libertad a algunos de ellos, aunque no hayan cumplido su tiempo, dándosela como decís a pocos y a los que se hubieren señalado, y en esto también tendréis cuenta con la calidad de los delitos por [los] que hubieren sido condenados a galeras.
En medio del fragor de la batalla de Lepanto la gente de galeras debió sentir momentos de auténtico caos y desconcierto. En esta cédula de Juan de Austria queda patente como el aguacil de una de las galeras, Andrea Riega, hubo de quitar las cadenas a un joven turco para que le ayudara a desherrar a los galeotes cristianos ya que, en ocasiones señaladas, estos también combatían. Al día siguiente, cuando se iba a proceder a encadenar a los esclavos que fueron tomados tras la contienda el joven turco aprovechó para escapar, probablemente valiéndose del ambiente de euforia y cierta relajación. Ello propició que el alguacil acabara condenado al remo por un tiempo, sin embargo la pena le fue conmutada unos meses después por el propio Juan de Austria.
SANTA CRUZ,C.77,D.109
[Escribe Don Juan de Austria]
Como sabéis, a Andrea Riega, alguacil de la galera Ocasión, se le huyó, en ocho de octubre próximo pasado, un esclavo de Su Majestad, llamado Mamí de Rumeli, hijo de Açan, por [lo] que está a la cadena hasta que le pague o dé otro esclavo, tal como el huido, para que sirva a Su Majestad en su lugar. Y, porque por su parte se me ha hecho relación, he sido informado que el dicho esclavo le servía para herrar y desherrar la chusma de la dicha galera, que estaba a su cargo, y que cómo a tal mozo le desherró el día que dimos la batalla al armada del turco, que fue a siete del dicho mes de octubre, y el dicho día ocho que él se huyó para que herrase los esclavos nuevos que tomó la dicha galera, porque el dicho alguacil solo no podía herrarlos todos.
Nos ha llamado la atención en este documento la causa por la que un hombre llamado Juan de Pinos terminó condenado al remo. Según se nos relata, este forzado llegó a serlo sin haber cometido ningún delito reseñable, sino a instancia de sus propios familiares "para que enmendase algunos defectos que tenía". Desde luego, debió ser un correctivo ejemplar.
SANTA CRUZ,C.77,D.127.
[Escribe el duque de Sessa]
Sabed que por parte de los deudos y parientes de Juan de Pinos, forzado de las dichas galeras, nos ha sido hecha relación que en los años pasados a su instancia y requisición, por el Consejo Real de Barcelona fue condenado a las dichas galeras el dicho Juan de Pinos, su deudo, por tres años, sin que hubiese cometido ningún delito por donde la justicia de hecho le condenase, sino a su pedimiento, para que purgase en las dichas galeras y con este castigo se enmendase de algunos defectos que tenía.
Los cómitres fueron los oficiales encargados de mantener la disciplina en las galeras. Provistos de látigo, tenían entre otras misiones la de castigar las faltas de forzados y esclavos. Son numerosos los testimonios en los que, de forma directa o indirecta, se nos da a conocer los excesos que algunos de estos oficiales debieron cometer y que, sin duda, costaron la vida a algunos hombres de remo.
SANTA CRUZ,C.77,D.215.
[Escribe Don Juan de Austria]:
Sabed que Vicencio Granafina, cómitre que fue de la galera Pensamiento, nos ha informado que, siendo cómitre de ella, algunos forzados, con odio y mala voluntad que le tenían, le denunciaron y testificaron había muerto un forzado por un castigo que le dio, por lo cual fue condenado en cuatro años [a] que no usase el dicho oficio y, demás de esto, en cien reales para hacer bien de la alma del difunto.
Este documento de Juan de Soto, secretario de Juan de Austria, nos permite conocer la indumentaria que vistieron los remeros de la galera real. Al parecer, la vida en esta galera debió resultar más confortable que en las demás e incluso los remeros fueron ataviados con ropa de calidad: buen paño y damasco azul, y su cabeza cubierta con bonete.
SANTA CRUZ,C.45,D.4 (fol.115)
[Escribe Juan de Soto, secretario de Don Juan de Austria]:
Recibirá particular contentamiento en que Vuestra señoría haga comprar en esa ciudad, y traer en las galeras, tanto paño colorado de lo mejor que hubiere a buen precio que baste para vestir la chusma de la [galera] real, y damasco azul para el mismo efecto, advirtiende que se les han de hacer bonetes del mismo damasco que se vistieren, de manera que se ha de traer paño para un vestido y damasco para otro con sus bonetillos.