Para facilitar su lectura, hemos dividido el recorrido por las ediciones cubanas pertenecientes a la colección Vega del Pozo en tres entradas. El primer contenido se iniciaba a mediados del siglo XIX y finalizaba en el primer tercio del siglo XX. Retomamos el recorrido en el segundo tercio del siglo XX con publicaciones que son testimonio de la labor de importantes protagonistas y, de ahí, a los cambios a que dio lugar la Revolución de 1959 en la Isla hasta la actualidad, dejando para una tercera entrada las ediciones cubanas en el exterior, fundamentalmente en Estados Unidos y España.
En la década de los cuarenta, y a un nivel más modesto respecto a las producciones de los anteriores impresores-editores anteriormente mencionados, encontramos a Manuel Altolaguirre, exiliado español, que funda La Verónica.
Algunas de estas editoriales contaban también con librerías que funcionaron como tertulias literarias a las que acudían los escritores más notables del momento (Cira Romero).
Igualmente eran españoles algunos de los grandes impresores de esta década, asentados ya en el primer tercio del siglo XX, como la Imprenta Úcar, García y Cía, de cuyo trabajo conservamos dos representativas obras:
Cuba en la mano, primera gran enciclopedia cubana popular ilustrada, elaborada gracias al tesón de Esteban Roldán Oliarte, e impresa en La Habana en 1940 en un solo volumen.
En su redacción intervino, entre otros, Emilio Roig de Leuchsenring, primer Historiador de La Habana, y director de la Colección de Documentos para la Historia de Cuba. Destacamos dentro de la enciclopedia el apartado dedicado a la prensa en Cuba, donde se desgranan una a una las cabeceras que vieron la luz desde sus orígenes hasta 1940.
Pero esta portada nos aporta mucha más información. Aparece justo debajo del pie de imprenta un sello de la distribuidora de González Porto, español emigrado a Cuba que, desde un principio, se interesó por el mundo de la edición y la venta. Tras trabajar para importantes editoriales especializadas en grandes obras enciclopédicas, estableció en La Habana la Editorial González Porto en la década de los años 20, especializándose en importación de libros. Cuba en la mano se edita cuando, en su periplo editorial, ya se establece fuera de Cuba y había fundado la Unión de Tipógrafos Editorial Hispano Americana UTEHA en México, dejando el local cubano como sucursal especializada en libros de literatura, arte, enciclopedias y diccionarios.
Otra impresión de Úcar y Cía es la Memoria histórica de Cienfuegos y su jurisdicción, de Enrique Edo y Llop, considerado uno de los padres fundadores de la historiografía de Cienfuegos. De origen valenciano, residió desde muy joven en Cienfuegos hasta su fallecimiento en 1913. De este versátil escritor de comedias, zarzuela, periodista e historiador, conservamos la tercera edición de esta obra (1943) publicada por primera vez en 1888, una de las primeras y más completas historias regionales de Cuba.
Hablar de Cienfuegos trae a colación la relación de Vega del Pozo con Cuba. En los cientos de dedicatorias de autores y amigos a Fernando Fernández-Cavada que hemos encontrado en su colección, en aquellos libros de y sobre Cuba, aparecen palabras que destilan amor y añoranza por la Isla.
Nacido en Cienfuegos, antigua provincia de Las Villas, en septiembre de 1928, sus ancestros cubanos se remontan a Isidoro Fernández Cavada y Díaz de la Campa (1803-1838), español natural de Mata, localidad del municipio de San Felices de Buelna, Cantabria, que emigró a la Isla y ocupó el cargo de Oficial de la Real Hacienda.
En 1829 Isidoro Fernández-Cavada casó con Isabel ¿Emily? Howard y Gatier. Los Howard eran una familia procedente de Filadelfia, ciudad a la que regresaron ella y sus hijos tras el fallecimiento de Isidoro. De dos de los hijos del matrimonio, Federico y Adolfo Fernández-Cavada y Howard encontramos noticias en varias de las publicaciones de la época ya que se incorporaron al ejército de la Unión en la Guerra de Sucesión de los Estados Unidos de América, tras lo cual, fueron enviados a Cuba en calidad de cónsules. Ambos participaron en la primera de las guerras de independencia de Cuba ocupando altos cargos al mando de las fuerzas revolucionarias.
El tercer hijo, Carlos Emilio Fernández-Cavada y Howard, abuelo de Fernando, emparentó con los Suárez del Villar, también de la provincia de Las Villas, pero eso ya es otra historia…
La Memoria descriptiva, histórica y biográfica de Cienfuegos puede considerarse la continuación de la anteriormente citada obra de Enrique Edo, precedida a su vez por la de Pedro Oliver y Bravo. Se publica esta nueva Memoria con motivo del centenario de la existencia de la ciudad de Cienfuegos, antigua Colonia Fernandina de Jagua, en el Establecimiento Tipográfico “El Siglo XX” de La Habana, en 1920. Sus autores, Pablo L. Rousseau y Pablo Díaz de Villegas, aportaron a estos monumentales estudios históricos datos desde 1888 hasta 1920 consultando prensa local y de La Habana, así como con el concurso de sus conciudadanos para completar el apartado de biografías, la mayoría de las cuales incluye fotografía del biografiado.
A partir de 1959 el panorama de la edición cambia en consonancia con los tiempos. La mayoría de las editoriales e imprentas privadas pasaron a ser de propiedad estatal, se crea la Imprenta Nacional en marzo de 1959, se extiende masivamente la educación y en 1961 se lleva a cabo una Campaña de Alfabetización, impulsándose así la industria editorial (J. Laguardia Martínez).
Fuera de La Habana, en Santa Clara, destacamos la iniciativa editorial fraguada gracias al empeño de Samuel Feijóo, impulsor de la editorial de la Universidad Central de Las Villas. Dentro de la colección Biblioteca Folklórica, José Seoane recopila remedios populares de la medicina guajira. Fue impreso en La Habana por la Imprenta Nacional en 1962.
Justo ese año, la Imprenta Nacional es sustituida por la Editorial Nacional (1962-1966) como cabecera del sistema editorial cubano, buscando la eficacia y la especialización. En el aspecto material, los libros aparecen prologados por autores conocidos y se incorporan los artistas gráficos al diseño de las cubiertas.
Los cambios se suceden, en 1967 se crea el Instituto del Libro, más tarde Instituto Cubano del Libro, que aglutinó a los organismos editoriales creados por la Revolución y se encargó de la selección, producción y distribución del libro. Las casas editoriales dependientes pasaron ahora a denominarse series, con una producción orientada a una temática determinada como Arte y Literatura, para libros de autores extranjeros de todas las épocas, este es el caso de Fredrika Bremer, o de Pueblo y Educación, que publicó esta Historia de Cuba de la que podemos seguir su rastro.
Vemos que en la hoja de respeto aparece el sello de la emblemática editorial y librería Ediciones Ruedo ibérico, fundada en París en 1961 por José Martínez y otros exiliados españoles con el objetivo de difundir otra versión de la oficialista sobre la historia reciente de España, pero también distribuyendo obras de otras editoriales del otro lado del océano, así hasta su cierre en 1982 ya asentada en Barcelona.
Pero, además, Fernández-Cavada conservó un boletín de información bibliográfica con los fondos que ofrecía Ruedo ibérico alrededor de 1973.
Continuando con las series del ICL, algunas de las cuales acabaron convirtiéndose en sellos editoriales, conservamos por ejemplo Fortalezas de la Habana colonial, publicado por Gente Nueva, especializada en literatura para niños y jóvenes, o la cubierta y portada con dedicatoria manuscrita de Apuntes sobre la pintura y el grabado en Cuba, editada por Pueblo y Educación ya convertida en editorial.
Se crearon, además, otras editoriales entre las que destaca Letras Cubanas, especializada en literatura cubana. Sirva como ejemplo esta Serenata de Cuba de Gertrudis Gómez de Avellaneda, reconocida autora del siglo XIX a un lado y otro del océano de la que podemos encontrar varias de sus obras en esta colección.
Existían, además editoriales independientes como la de la Universidad de La Habana, Editora Política, o Ediciones Boloña, perteneciente a la Oficina del Historiador de La Habana.
De la Editora Política destacamos Operación Peter Pan: un caso de guerra psicológica contra Cuba (2000), de Ramón Torreira Crespo, doctor en Ciencias Jurídicas e investigador de la Universidad de La Habana, y José Buajasán Marrawi, investigador del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado de Cuba. Presentan la visión cubana documentada de unos hechos sucedidos entre 1960 y 1962 de repercusión internacional.
En cuanto a la Oficina del Historiador de La Habana, creada por Emilio Roig de Leuchsenring para divulgar la historia de la capital, como ya comentamos anteriormente, siguió editando a través de Ediciones Boloña por su antiguo alumno y sucesor en el cargo Eusebio Leal Spengler, de activa personalidad, fallecido recientemente. De él conservamos varias obras como por ejemplo el primer volumen de Poesía y palabra, que contiene una dedicatoria manuscrita a Fernández-Cavada, fechada en 2001.
Finalizamos este apartado con una referencia a la Ley de Protección al Patrimonio Cultural de 1977, aprobada meses después de la creación del Ministerio de Cultura. Con la Ley se crea el Registro Nacional de Bienes Culturales de la República de Cuba adscrito al Ministerio.
Hemos localizado un ejemplo de los trámites a realizar para la salida del país por un ejemplar inscrito en dicho registro en el ejemplar impreso en 1937 de las Actas capitulares del Ayuntamiento de La Habana, tomo I: 1550-1565, perteneciente a la ya citada Colección de Documentos para la Historia de Cuba, dirigida por Emilio Roig de Leuchsenring. Encontramos, tanto el sello de inscripción en el RNBC, ya que la persona que poseyera el Bien está obligada a declararlo, como el impreso sellado con autorización expresa, en este caso definitiva, para su exportación por el Ministerio de Cultura a través del RNBC.