Miguel Delibes (Valladolid, 1920-2010) y Dionisio Ridruejo (El Burgo de Osma (Soria), 1912-Madrid, 1975) fueron dos escritores comprometidos con la lucha por la democracia. De parecido origen social (pequeña burguesía) y educación (religiosa y jurídica), ambos confluyeron en un antifranquismo de corte liberal.
A través de un pequeño conjunto de cartas que se conserva en el Centro Documental (Archivo Particular de Dionisio Ridruejo) podemos aproximarnos a la relación de amistad que mantuvieron entre los años sesenta y setenta.
El intercambio epistolar comienza a raíz de la polémica participación de Delibes en el jurado del Premio Mariano de Cavia de Periodismo, otorgado por el diario ABC en 1960. Tras muchas vacilaciones, el novelista vallisoletano aceptó formar parte del jurado, aunque no llegó a votar y apareció en la prensa como co-responsable del fallo. Protestó y fue amenazado con privarle de la dirección interina de El Norte de Castilla. Herido en su dignidad, escribe a Ridruejo para desahogarse.
No fue el único problema que tuvo el escritor en el ejercicio del periodismo. En marzo de 1966 Ridruejo solicita el envío de unos ejemplares de El Norte donde aparece publicada la encuesta a varios intelectuales sobre el Concilio Vaticano II. A lo que contesta el de Valladolid que faltan las opiniones de los destacados monárquicos José María Pemán y Joaquín Satrústegui, esta última censurada. Deja entrever D. Miguel que desde el llamado “contubernio de Munich”, en el que se reunieron por vez primera los opositores al régimen de todas las tendencias, se había recrudecido la censura a la prensa.
El propio Delibes fue investigado por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, con resultado negativo. No era la primera vez que redactores del veterano periódico habían sido acusados de masonería. Tampoco olvidemos que el padre del novelista, Adolfo Delibes, había sido concejal por el Partido Radical en el Ayuntamiento de Valladolid.
Pero no todo eran amarguras. Sorteando al régimen había espacio para la creación literaria, de la que tan buenos ejemplos nos legaron. En otra misiva de 1973, el novelista felicita a Ridruejo por la aparición de Diario de una tregua, obra poética en prosa a partir de unos diarios escritos durante su destierro en Ronda (Málaga) y San Cugat del Vallés (Barcelona).
La fluida relación de ambos permitió la colaboración de Ridruejo en El Norte de Castilla, como mencionan varias cartas de 1974. En estos artículos periodísticos el hombre de letras rememoraba su etapa vallisoletana, pues estudió en los jesuitas de la ciudad del Pisuerga y fue jefe provincial de Falange en sustitución del hermano de Onésimo Redondo.
Concluye la correspondencia con el agradecimiento de Miguel Delibes al soriano por sus palabras de consuelo ante la prematura muerte de Ángeles de Castro, su esposa y confidente.
En fin, un pequeño pero interesante elenco de documentos que trascienden los aspectos personales para mostrar las cortapisas que durante el franquismo sufrieron la creación intelectual y la libertad de prensa. Dificultades que, sin duda, fueron superadas con éxito por estos dos referentes humanos y literarios.
Texto: José Luis Hernández Luis
Maquetación: Marta Marcos Orejudo y Francisco Javier Fito Manteca