Don Antonio de Orleans, duque de Montpensier, es un personaje extraordinariamente singular. Hombre ambicioso, intrigante, pretendiente a lo largo de su vida a diversos tronos, era hijo del rey de los franceses Luis Felipe I de Orleans, quien intentó con escasa fortuna establecer una nueva dinastía en Francia a raíz de la Revolución de Julio de 1830.
Casado en 1846 con la infanta española María Luisa Fernanda, hija de Fernando VII y en aquel momento heredera presunta de su hermana Isabel II, mantuvo unas relaciones más que tensas con su cuñada, cuya posición intentó socavar con persistencia admirable.
Tras la Revolución de 1848, que depone a Luis Felipe y da paso a la II República Francesa, la pareja se instalará en España, recalando en Sevilla en 1849. Don Antonio adquirirá el Palacio de San Telmo, antigua Universidad de Mareantes, en torno al cual establecerá una suerte de Corte paralela, que competirá en esplendor e influencia política con la de Madrid. Muy vinculada también con Salúcar de Barrameda, la pareja edificará y habitará por largas temporadas el conocido como Palacio de Orleans-Borbón.
Las continuas conspiraciones de don Antonio, con objeto de hacerse con el trono de España o, en realidad, cualquier otro, tienen su momento álgido cuando contribuye a la Revolución Gloriosa de 1868, que derroca a Isabel II e inaugura un periodo constituyente en el que la Cortes Españolas buscan una nueva dinastía para le país. Uno de los principales candidatos fue, precisamente, el propio don Antonio, quien malogrará sus posiblidades al dar muerte durante un duelo en 1870 al duque de Sevilla, Enrique de Borbón, hermano del depuesto rey consorte, Francisco de Asís.
Descartado, ante el escándalo suscitado, en favor del efímero Amadeo I de Saboya, sus ambiciones dinásticas tan solo alcanzarán cierto grado de éxito, al casarse en 1878 su hija María de las Mercedes, con el rey Alfonso XII. El trágico fallecimiento de María de las Mercedes aquel mismo año, parece apagar definitivamente las pretensiones de Montpensier, y los duques pasarán el resto de su vida a caballo entre Sevilla y Sanlúcar.
Habiendo sobrevivido a su esposo, María Luisa cedió en 1893 una gran parte de los extensos jardines de su palacio de San Telmo al ayuntamiento de Sevilla. Sobre ese terreno se ejecutaron las obras de la Exposición Iberoamericana de 1929, articulada en torno al gran Parque de María Luisa, que fue así bautizado en honor de la infanta.
Otra de las propiedades de la pareja ducal, fue la Casa-Palacio de Hernán Cortés de Castilleja de la Cuesta, adquirida en 1854 y que fue intensamente reformada. Precisamente en este inmueble, comenzó a acumular don Antonio una prolija colección de "curiosidades" méxicanas, formada por objetos, mobiliario, pinturas, grabados y libros de índole muy diversa.
Cedida en 1878, junto al palacio que la alberga, a la pareja real formada por Alfonso XII y María de las Mercedes, la colección ha pasado por diversos propietarios, hasta llegar a su sede actual en el Archivo General de Indias.
El palacio y su contenido es heredado por la infanta María de las Mercedes, hija de Alfonso XII, quien lo vende a la Congregación del Insitituto de la Bienaventurada Virgen María, conocidas popularmente como "Irlandesas", quienes desde 1889 tenían un colegio en sus instalaciones. Los objetos de la colección fueron, en cambio, conservados en el Real Alcázar de Sevilla hasta 1928.
Ese año vuelven a su ubicación original en Castilleja de la Cuesta, por decisión de los heredero de la infanta, donde permanecerán hasta 1933, cuando son formalmente donados al Archivo General de Indias.
A causa del limitado espacio expositivo con que entonces contaba el Archivo, la colección es cedida en depósito al Museo de América de Madrid, de donde volverán definitivamente en 2006, estando muchas de sus piezas en exposición permanente en nuestras instalaciones.