Los tratamientos de conservación y restauración en los inicios del Archivo, allá por los años 70, estaban encaminados a devolver los documentos a su estado original, tendencia a lo nuevo, bello y perfecto, de ahí que la conservación estuviera enfocada en realizar restauraciones integrales mediante reintegraciones del soporte. Con el paso de los años se fue viendo la lentitud de estos tratamientos de restauración ya que su dedicación impedía hacer frente al ingente volumen de documentos que alberga el Archivo.
Es por ello, que poco a poco la tendencia a la hora de conservar los documentos pasa por tratamientos de conservación curativa sin tener que llegar a procesos de restauración innecesarios, según los casos, para la buena conservación y manipulación de los documentos. Esta forma de proceder en la actualidad esta basada en la estética wabi sabi, es decir, en conservar las imperfecciones propias del papel como son las arrugas, los dobleces, así como las huellas del paso del tiempo y que no afectan al uso de los documentos. Con esta forma de actuar, aplicando materiales y técnicas japonesas, lo que se consigue también es poder intervenir el mayor volumen de documentación posible con una mejora en la gestión del material y de los recursos y que la conservación sea sostenible en el Archivo.