María Mencía era una mujer soltera, de algo más de 20 años y natural de Noreña, lugar de donde salió a principios del año 1802, con la intención de "buscar acomodo para su subsistencia", por verse huérfana y carecer de parientes que la diesen amparo. Su primer pensamiento fue ir a Madrid y, para poder llegar "sin riesgo de su estado honesto y conservar su virginidad", consideró oportuno vestirse con un traje de hombre y hacerse llamar "José".
Para ello, primero viajó a Oviedo, donde vendió toda su ropa femenina a una mujer junto al convento de Santa Clara y, con el dinero que obtuvo, pudo comprarse "una montera, un chaleco y una chaqueta de bayetón aplomado, y unos calzones de pana negros". Cinco días más tarde, María, ya vestida como "José Mencía", partió de Oviedo camino de Madrid, gastando durante el viaje el dinero que le rentó la venta de sus prendas de mujer, sin que se llegara a descubrirse su secreto por ninguna persona durante el viaje.
En febrero de 1802, durante su viaje, “José Mencía” terminó recalando en Valladolid, lugar donde comenzó a encadenar pequeños trabajos para poder sobrevivir. De esta forma y durante unos meses, estuvo ejerciendo como mozo de botillería en la plazuela vieja, como criado doméstico, como peón de albañil en las obras de la Alcantarilla de San Benito, o incluso como vendedor ambulante de “agua de cebada” junto a la pastelería de la Rinconada… Finalmente, terminó encontrando un trabajo más estable como mozo de servir mesas, primero en la botillería del Cañuelo, regentada por la viuda Antonia González de Alcedo, y después en la mesa de billar y café de Pedro Chapela. Durante todo ese tiempo, nadie descubrió su condición de mujer, y todas las personas para las que trabajó en Valladolid coincidían en que "José Mencía" era un trabajador honesto y cumplidor. Hasta que un día de marzo de 1803 se destapó el engaño...
El desencadenante final de los acontecimientos tuvo lugar en el local donde trabajaba al servicio de Pedro Chapela, situado en el barrio del Cañuelo, donde en ese momento María Mencía trabajaba como "mozo de mesa". Según se informa, se generó tal escándalo que sería inmediatamente comunicado al alcalde del barrio y trasladado al juez local. Tras ello, María Mencía fue conducida y encerrada provisionalmente en la cárcel de la Chancillería de Valladolid, desde donde se iniciaría una causa para llevar a cabo las averiguaciones correspondientes sobre lo que estaba ocurriendo.