Los sellos efigiados son característicos de una época en que el sello es sobre todo un signo de poder. Su uso está reservado a personas de la más alta significación social ("ius imaginum"), constituyen retratos jerárquicos que expresan la condición social del titular: el emperador y los reyes se representan sentados en el trono con los atributos de la majestad, los grandes señores feudales, cabalgando, armados para la guerra, los arzobispos y obispos, de pie o en silla curul, con el báculo, bendiciendo. Por el carácter de signo de los sellos, su forma servía en ciertos grupos sociales como elemento diferenciador. Son siempre circulares los grandes sellos reales, en tanto que los de arzobispos y obispos adoptan la forma biojival o en naveta, similar a la mandorla que rodea las imágenes sagradas en el arte paleocristiano.
Sello de Alfonso II , rey de Aragón
Sello de Lope Díaz de Haro, señor de VizcayaSalto de línea
Sello de Jaime, obispo de HuescaSalto de línea