Tradicionalmente el libro impreso está formado materialmente por tapas, hojas, tipografías y grabados. Desde el siglo XVI, la estructura de los códices apenas ha cambiado sustancialmente; consta de encuadernación (tapas, cantos, lomo, guardas, cabezadas…), falsa portada, portada, preliminares, índice, texto, aparato crítico y colofón.
Podemos dividir el proceso de encuadernación en tres pasos principales: unión de hojas, enlomado y montaje de tapas.
La unión de las hojas se puede realizar mediante cosido o encolado:
El Cosido consiste en la unión de las hojas con un hilo, habitualmente de nailon, cáñamo o lino, utilizando un Telar.
El Encolado consiste en la unión de las hojas con una fina capa de adhesivo, ayudándonos con un burro
El enlomado tiene como objeto fortalecer la unión de las hojas, para lo que necesitaremos cabezadas (gasa o tejido claro que va unido en la parte superior a un cordoncillo de hilo de diversos colores), percalina o tarlatana (trozo de tela que se pega entre las cabezadas y favorecer así la unión a las tapas) y un papel algo recio para hacer el forro.
El montaje de tapas es la unión de las cubiertas del libro con el lomo, variando sustancialmente en función de los materiales utilizados (tela, pergamino, piel…)