Todavía recuerdo la (¿emocionante?) lectura del decreto de 17 de marzo de 1973, recién incorporado al mundo de los museos, diciembre de 1971, que anunciaba un sugestivo proceso de especialización de las distintas ramas que componían el hasta entonces Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. A partir de entonces nuestros museos quedaban encomendados tanto en su gestión, como en su organización, documentación, conservación, difusión e investigación, al recién nacido Cuerpo Facultativo, cuya herramienta de trabajo, la museografía, debería convertirse en el instrumento decisivo de nuestro desarrollo, en el seno de la ciencia museológica. Nosotros, de “anticuarios”, pasaríamos a “museólogos”.
Hoy, transcurridos más de cuarenta años de nuestro nacimiento, cuando hemos sido capaces de concebir los museos como zona de conflicto y controversia y como un proceso y experiencia, y una vez reconocida y superada la legitimidad académica de nuestras instituciones, debemos seguir, perseverantes, e ilusionados, al servicio de la sociedad, aunque a veces eche en falta las palabras de K. Hudson cuando en 1995, en el IV Congreso Mundial de Heritage Interpretation celebrado en Barcelona dijo: “[…] Dejad salir de los museos a los ingenieros, los biólogos, los estudiosos… y abrid las puertas a los poetas […]”.
Ficha: 75/100 Unidad: Subdirección General de Museos Estatales.
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