Número de inventario: 15572. Teruel.
Arcilla. Alt. 5,2; diám. máx. 25,5 cm.
La filiación mudéjar de este plato, al igual que ocurre con otras piezas incluidas en la Exposición (ver el lebrillo 15586 y la alcuza 15557), se explica por ser fiel reproducción de la loza turolense verde-morada obrada en los siglos XIII y XIV por artesanos moriscos. Dentro del abundante repertorio estilístico aludido, las características del motivo central de este plato remiten a la figura de un dragón. La presencia de este último animal en la iconografía medieval es recurrente. Como indica E. Rabanaque Martín (1981), el dragón constituye un ser con una larga historia en occidente, representando en general al diablo. El bestiario de Pierre de Beauvais, de principios del siglo XIII, también lo considera contrario a las palomas como imagen demoníaca. Al mismo tiempo, si bien el dragón representado en esta pieza aparece en solitario, en la techumbre de la catedral de Teruel –su fuente de inspiración– este animal también suele aparecer en lucha abierta contra caballeros, es decir guerreando contra héroes. Según el autor citado, en definitiva, en estas contiendas, se ponía a prueba el comportamiento ético del héroe al combatir contra el mal personalizado en animales y monstruos (E. Rabanaque Martín, 1981: 35).
Finalmente, debe agregarse que a pesar de no perder nunca la huella mudéjar de su origen, la producción cerámica de Teruel, estuvo a finales del siglo XIX y principios del XX, al borde de la extinción. Fue a mediados de este último siglo que los esfuerzos de arqueólogos, historiadores y alfareros –como los hermanos Gorriz– se unieron en un intento conjunto por dignificar y recuperar algo de aquella industria (M.ª E. Sánchez Sanz, 1996: 72). No sorprende entonces que en este proyecto de revalorización se haya recurrido a la reproducción de aquellos motivos que, como el de esta pieza, caracterizaron a la producción de la loza decorada de Teruel, en su momento de mayor esplendor.
LMM