Número de inventario: 16572. Comarca de Albarracín (Teruel).
Madera, alambre. 112 x 43 cm.
Además de recurrir a su capacidad de arrastre, la fuerza de las caballerías se ha plasmado a través de su capacidad de transportar sobre ellas todo tipo de cargas. Burros, mulos/as y machos, y sólo de forma muy ocasional los caballos, han sido un elemento de transporte que ha tenido un fuerte matiz social, en muchas ocasiones. Se les ha considerado el “transporte del pobre”, frente al carro, que precisaba de la posesión de una pareja de animales. No obstante, también ha sido un recurso asociado a una determinada orografía; la imposibilidad de utilizar un carro por lo impracticable de los caminos, ha conducido a tener que recurrir a su adaptabilidad a senderos estrechos.
Por otro lado, el hecho de cargar un animal ha exigido una destreza igual o mayor que la de cargar un carro. El cuidar que durante la carga los elementos empleados no se desequilibren –arrastrando a la albarda–, el atar bien la carga para evitar que se caiga o que se vea afectada por posibles choques con ramas u otros obstáculos del camino, el saber compensar el peso en uno y otro lado, distribuyéndolo de forma equitativa para no dañar al animal... han sido conocimientos indispensables en el proceso de carga y transporte.
Para transportar las gavillas de cereal se han usado armazones como los que se presentan aquí, colocados siempre sobre la albarda, que protegía el lomo del animal. En el baste turolense se aprecia a simple vista cómo toda la complejidad de uso está en el atado (las muescas de los extremos están para que pase por ellas la cuerda), mientras que en las angarillas leonesas, su propia estructura facilita la carga de cereal o de leña, sin precisar de una habilidad suplementaria durante el momento de carga. Además, las piezas de este tipo –sobre todo similares a las primeras– se han usado asociadas a la arriería, como anotó J. Amades (1934: 168 y 73-74, s.v. mul y argadiellas), o en el acarreo campesino, vinculadas al transporte de gavillas, hierba o leña, como resaltó R. Violant i Simorra (1981 b: 91-98).
Junto a las lógicas diferencias, encontramos similitudes notables en este tipo de objetos. Así, lo vemos en Escocia (A. Fenton, 1984: 115-116) o en Francia (M.-J. Brunhes Dela-marre y R. Henninger, 1972: 32-34) por no citar sino dos lugares.
El nº 16752 está publicado en VV. AA. (1992: 141).
JLMC