El verano, estación evocadora y dorada en la que los destellos de sol, el buen tiempo y la necesidad de descanso para “desconectar” de la frenética rutina diaria, invita a sumergirse -a aquéllos afortunados que pueden-, en la búsqueda de viajes y destinos para cambiar de aires. Incluso en un verano, tan atípico como éste de 2020 por la pandemia de la Covid-19, nos atrevemos provistos de mascarilla y guía de viaje en ristre, a explorar nuevos territorios, que van desde las calles de nuestras ciudades y pueblos, en esta situación tan insólita, a lugares desconocidos, siempre que el virus lo permita.
En la España del siglo XVIII, el modelo administrativo centralizador de la monarquía Borbónica implicó una reestructuración de los caminos y nexos de conexión entre las principales ciudades españolas y los territorios de ultramar situados en América y Filipinas. La aparición en España de este tipo de publicaciones tendrá lugar en pleno siglo de las luces, con una doble vertiente: la política, al plasmar el poder y la influencia de la corona española en todos sus territorios, y la económica, reflejándose ambos aspectos en una publicación sencilla que recogerá itinerarios y puntos comerciales de relevancia para la economía.
A principios del S. XVIII, en 1721 la imprenta de Jerónimo de Estrada, situada en la madrileña y céntrica calle Núñez de Arce, se comienza a publicar un Almanaque o Kalendario en el que aparecían sólo las fiestas religiosas. Un primer esbozo de lo que se publicaría tiempo después como Kalendario particular y Guía de forastereros en la Corte de Madrid, publicación que perviviría en el tiempo por espacio de dos siglos, con diversas modificaciones de título e impresores a través de las sucesivas etapas en las que se publicó. Impresa desde 1735 por Antonio Sanz, incluirán a partir de 1757, para comodidad de los lectores, un mapa de tamaño reducido de España, coloreado por reinos y provincias, observándose en la orla y en la leyenda cambios sucesivos.
Antonio Sanz fue impresor del Rey, de la Academia y del Supremo Consejo de Castilla. Según Gutiérrez del Caño ejerce en Madrid desde 1728 a 1770. Su taller se localizaba en la Plazuela de la calle de la Paz, Se hizo cargo de la impresión de las Guías de forasteros hasta 1769, cediendo los derechos de impresión al Estado a cambio de una pensión vitalicia. Hacia el último tercio del S. XIX las Guías de forasteros pasarán a conocerse con el nombre de Guía oficial de España.
Descubre más, descargando nuesto Documento del Mes de julio de 2020
Y en la bibliografía sobre Guías de forasteros