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Subdirección General de los Archivos Estatales
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Las lenguas están sujetas a constantes transformaciones a través del tiempo: las palabras, su pronunciación o la forma de organizarlas en el discurso van cambiando con el paso de las generaciones, como también lo hacen el uso y la consideración de los diferentes idiomas y dialectos. Así, lo que en una época puede ser normal, en otra resultaría vulgar, maleducado o directamente ininteligible. La historia del lenguaje aspira a conocer y comprender la evolución de las expresiones lingüísticas.
Las investigadoras y los investigadores que se introducen en esta rama del conocimiento precisan información sobre las formas de hablar y escribir en el pasado, y para conseguirla deben explorar con frecuencia los fondos de las bibliotecas y, sobre todo, de los archivos.
La historia de las lenguas que se han hablado y escrito en España desde hace más de un milenio hasta nuestros días puede construirse y se ha construido, en buena medida, gracias a la investigación desarrollada en los archivos. Sin ir más lejos, Ramón Menéndez Pidal , iniciador de la Filología Hispánica, indagó entre pergaminos y legajos para reunir sus Documentos Lingüísticos de España relativos al ámbito castellano, que constituyen uno de los pilares de su monumental obra Orígenes del Español . Similar atención a los documentos antiguos prestaron varios pioneros del estudio del catalán o valenciano, caso de Antoni Maria Alcover o Joaquim Miret i Sants .
Siguiendo los pasos de esos primeros maestros, filólogos y lingüistas siguen frecuentando las salas de los Archivos Estatales, o navegan por los vericuetos digitales de PARES, con el objetivo de explotar su colosal potencial informativo.
Los fondos de nuestros archivos son ingentes y, por este motivo, un usuario primerizo puede tener problemas para orientarse en ellos. Es necesario, por tanto, seguir ciertas estrategias de búsqueda y agudizar el ingenio.
La investigación lingüística en los archivos presenta algunas dificultades específicas. Por una parte, la organización de los fondos de acuerdo con los principios archivísticos de procedencia y ordenación responde a criterios institucionales, y rara vez la lengua se toma en consideración. Por otra, muchas descripciones de documentos no hacen constar el idioma en que están escritos, lo que hace ardua la búsqueda, e incluso cuando sí que se indica, se hace mediante categorías muy amplias.
Por ello, para encontrar documentos en las diferentes lenguas y en sus variedades es imprescindible tener presente la cultura escrita propia de las instituciones productoras a lo largo de los diferentes momentos históricos. Por ejemplo, buscar textos en cualquier idioma vernáculo antes del siglo XIII suele ser infructuoso, como lo es buscarlos en toda lengua que no sea la castellana desde el siglo XVIII. La búsqueda también será diferente dependiendo del fenómeno que se investiga: si nos interesa el lenguaje formal nos servirán las escrituras expedidas por cancillerías regias y notarías; si vamos detrás de las huellas de la oralidad deberíamos encaminarnos más bien hacia procesos judiciales o cartas personales y, si analizamos el léxico, los inventarios notariales de bienes o los registros aduaneros pueden ser la clave.
Más allá de la investigación lingüística, el lenguaje es una de las barreras que se interpone entre los usuarios y la información de los documentos históricos. Los usuarios de los Archivos Estatales tienen a su disposición numerosas herramientas que pueden facilitar la comprensión del idioma de los documentos: recursos existentes en la red, bibliografía de nuestras bibliotecas y, por supuesto, la experiencia de nuestro personal.
A continuación, se describen los dos tipos de recursos más relevantes. Dentro del apartado dedicado a cada una de las lenguas, se presentan los que existen específicamente para cada una de ellas.
Por una parte, se encuentran los diccionarios, que son la herramienta más frecuentada y, de hecho, muchos están disponibles en las salas de lectura de los Archivos Estatales. Los más útiles son los diccionarios históricos, que recogen el significado de las palabras a lo largo de la historia de una lengua, y no exclusivamente el que poseen en la actualidad, por lo que contienen vocablos desusados y acepciones perdidas; aunque no los hay para todas las lenguas, sí que existen para el castellano, el catalán o valenciano y el euskera. Además, pueden ser valiosos los léxicos temáticos y parciales relativos a un corpus textual concreto (por ejemplo, sobre el castellano de los textos alfonsíes) o a una temática (ámbito jurídico, comercio, medicina…).
Por otro lado, existen numerosos corpus digitales que reúnen un gran número de textos de todos los periodos. La exploración de las palabras y expresiones lingüísticas contenidas en ellos puede ayudarnos a comprender nuestros propios documentos. Para el latín existen compilaciones sobre la documentación medieval de Galicia y Cataluña (conocidos por sus acrónimos CODOLGA y CODOLCAT , respectivamente). Además, la mayoría de lenguas españolas actuales también disponen de corpus similares, como es el caso del Corpus Diacrónico del Español (CORDE) elaborado por la Real Academia Española.