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Mercedes Formica Corsi-Hezode, abogada, jurista y escritora española, es la segunda hija de un total de seis hermanos de una familia acomodada. Nació en Cádiz en el año 1916 y pasó su infancia entre su ciudad natal, Córdoba y Sevilla. Fue su madre, quizás condicionada por su propia experiencia, quien apremió a Mercedes y a su hermana a que estudiaran el bachillerato para así poder continuar posteriormente en la Universidad.
Una vez finalizado los estudios de Bachillerato, en 1932 se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, siendo la única mujer en cursar esa carrera. Los años de estudios universitarios le permitieron entrar en contacto con profesores formados en la Institución Libre de Enseñanza y con personas de muy distintas ideologías y diversos estatus sociales, dando a Mercedes la pensar y recapacitar sobre sí misma y su futuro, tanto vital como profesional.
Tan sólo un año después de entrar en la Universidad, en 1933, sus padres se separan y ella se traslada a Madrid donde la familia sobrevive a pesar de las dificultades económicas por las que atraviesan. Lo cierto es que Mercedes pudo continuar estudiando y formándose gracias a las becas que le conceden por sus buenas calificaciones. Es también entonces cuando se funda el partido de Falange Española, al que decide afiliarse. Al poco tiempo fue nombrada delegada del Sindicato Español Universitario en la Facultad de Derecho en Madrid, y cuando años después, en 1936, se traslada a vivir a Málaga por razones de salud, es nombrada delegada nacional del Sindicato y, por tanto, miembro de la Junta política del partido.
El estallido de la Guerra Civil ese verano, hace muy complicada su permanencia en zona republicana, de manera que en 1937 se marcha a Sevilla a través de Tánger. Esos primeros momentos de la guerra le hicieron ver y ser consciente en primera persona de la brutalidad del conflicto en ambos bandos. Además, tras la muerte de José Antonio Primo de Rivera, fundador del partido falangista, comienza a ver la necesidad de disolver el partido ante la posibilidad, a su manera de ver, de una utilización del mismo por parte de los sucesores.
Tras el fin de la guerra, que ella había transcurrido en Sevilla, contrajo matrimonio con Eduardo Llosent Marañón, perteneciente al círculo intelectual sevillano de aquella época, y que llegó a ser Director del antiguo Museo de Arte Moderno en Madrid.
Pudo finalizar la carrera de Derecho en el año 1945, y comenzó también por entonces su labor como escritora, con la publicación su primera obra: Bodoque, una novela corta. Su sueño, en realidad, era dedicarse a la carrera diplomática, pero sus aspiraciones chocaron de lleno con la realidad del contexto histórico en el que vivía: no podemos olvidar que la Legislación imperante durante el Franquismo hacía del requisito de “ser varón” elemento indispensable para acceder a determinadas oposiciones, como por ejemplo el cargo de diplomático. Por esta razón, decide ejercer la abogacía de manera privada.
A partir de 1950 combinó su profesión de abogada con la de periodista, colaborando con el Instituto de Estudios Políticos y escribiendo en el diario ABC como parte de su equipo de colaboradores. No era la primera vez que trabajaba como periodista. Había trabajado en la revista femenina Feria, participó en la revista literaria La novela del sábado, una publicación sevillana vigente entre 1939 y 1940; y fue la directora de la revista Medina, una publicación de tirada semanal y temática femenina de la Sección Femenina, que estuvo en circulación en Madrid entre 1941 y 1945.
En el año 1962, tras separase y conseguir la nulidad, contrajo matrimonio con José María Careaga de Urquijo. En esos años, su presencia en el ámbito jurídico fue escasa. Pero no así su interés por saber más acerca de la situación social y jurídica de las mujeres españolas. Dicho interés se centró no sólo en las circunstancias de su propia época sino en conocer cuál había sido dicho contexto jurídico para las mujeres en el pasado. De ahí que iniciara su labor como investigadora, hecho que le hizo acercarse a los fondos conservados en los archivos. Sus estudios dieron como resultado dos biografías: La hija de Don Juan de Austria y María de Mendoza.
A finales de la década de 1960 inició un interesante consultorio jurídico desde las páginas del diario ABC titulado “ABC de la Mujer”, gracias al cual contribuía a la difusión del Derecho a la par que daba su apoyo a una reforma de la entonces vigente ley de adopción. Tras el fallecimiento de su esposo en la década de 1980, se sumergió por completo en la redacción de sus memorias, de las que se han publicado cuatro volúmenes: La infancia, Visto y vivido, Escucho el silencio, y Espejos rotos y espejuelos.
En el año 1997 la Residencia de Estudiantes organizó un homenaje a la jurista como agradecimiento a toda su labor. Los últimos años los transcurrió en Málaga, luchando con una enfermedad que le impedía seguir trabajando, como habría sido su deseo, como era su deseo, en los numerosos proyectos que tenía aún pendientes a pesar de su edad. Murió en el año 2002 a los 85 años.
El caso de Mercedes Formica es el de una mujer cuya experiencia vital, desde una edad temprana, va a marcar su futura carrera profesional y sus intereses personales. Su vida va a estar muy influenciada por una serie de hechos y situaciones que fueron conformando su carácter, forjando su personalidad como mujer consciente de la época y el momento que vivía, y que siempre tuvo un fuerte espíritu crítico, nada conformista, luchando siempre por aquello en lo que creía.
Ya de niña, y con el empuje de su madre, estudió bachillerato, que para enrtonces era una situación que se salía de la normalidad. Después fue la única mujer en estudiar la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla; con sólo 17 años asiste al divorcio de sus padres, teniéndose que trasladar a Madrid donde pasó unos años difíciles por la mala situación económica de la familia. Esa fue la primera vez en la que fue consciente en carne propia de la realidad social, jurídica y legal a la que se enfrentaban las mujeres en aquellos años: la indefensión legal de su propia madre tras la separación era buena prueba de ello. Lo siguiente que tuvo que afrontar fue el hecho de haber sacado una carrera universitaria, licenciándose en Derecho, pero sin la posibilidad de presentarse a las oposiciones de la carrera diplomática simplemente por el hecho de no ser un hombre. Todos episodios que le hacen recapacitar, haciendo que se preocupe cada vez más por las mujeres de su tiempo, y por la situción en la que transcurrían sus vidas dentro de la sociedad de ese momento.
Desde el principio, compaginó su trabajo como abogada privada con el de escritora, colaborando sobre todo en revistas de temática femenina, siempre desde un punto de vista reivindicativo. Si hay algo que se le puede reconocer a Mercedes Formica es la recuperación y puesta al día del debate que sobre la mujer ya se habían iniciado en los años de la II República y que el estallido y desarrollo de la Guerra Civil había cortado en seco. Mercedes, al igual que otras mujeres intelectuales y profesionales de su época, contribuyeron con su labor, con su trabajo, con su voz, a poner de nuevo de relieve la necesidad apremiante de dar a la mujer su sitio dentro de la sociedad, a todos los niveles, tratando al mismo tiempo de mejorar su situación legal y jurídica, al tiempo que se procuraba mejorar también sus condiciones a en el plano económico y educativo.
Prueba de todo ello fue el artículo publicado en noviembre del año 1953 en el diario ABC, en el que era colaboradora. Bajo el título de "El domicilio conyugal", Formica denunciaba la discriminación por sexo que existía entonces en la legislación española. Para ello, en el artículo se servía de un caso real, el de Antonia Pernia Obrador, quien venía a ser el reflejo de la realidad vivida por muchas mujeres de entonces: la de tener que seguir viviendo con su marido aunque la maltratara. El artículo comenzaba con la siguiente línea: «En un hospital madrileño agoniza una mujer, víctima de doce cuchilladas».
El artículo llegó a estar retenido durante 3 meses antes de publicarse por la censura. Era un tema que nunca se había tratado a esos niveles. Entonces, todo aquello que implicaba la convivencia entre marido y mujer se consideraba sagrado, inviolable, algo perteneciente a la esfera privada. Nadie hasta entonces se había atrevido a retratar y exponer de forma tan directa lo que sucedía en el interior de un hogar. Para la mentalidad y la forma de vivir en los años de la dictadura franquista era algo impensable. Pero había sucedido.
A raíz de la publicación en el diario se desató tal estado de opinión sobre el tema que dio inluco pie a una campaña a favor de una revisión jurídica con una notable proyección internacional. Finalmente, se logró una reforma del Código Civil, a través de la Ley 24 de abril de 1958, lográndose un importantísimo paso hacia la equiparación de los sexos, al tiempo que abría el camino a futuras reformas durante el franquismo.
Como abogada también luchó por la mujer. En el bufete que había abierto en su domicilio, se dedicó a atender y prestar asesoramiento profesional especialmente a mujeres maltratadas, permitiéndole conocer la situación jurídica de estas mujeres. En los años 60, compaginó ambas facetas, la de escritora y la de abogada y jurista, con el consultorio jurídico que empezó a publicarse en las paáginas del diario ABC bajo el nombre de "ABC de la Mujer", ayudando a que se conociera mejor las nociones más básicas del Derecho
Abogada, jurista, escritora, columnista e investigador. El interés de Mercedes Formica por la mujer no sólo se limitó a las que compartían su momento histórico, sino que quiso conocer cómo había evolucionado la condición de la mujer a lo largo de la Historia. De ahí sus estancias en la Sala de Investigación del Archivo General de Simancas, Valladolid, entre los años 1965 y 1969. Se estuvo documentando para su obra "La hija de don Juan de Austria: Ana de Jesús en el proceso al pastelero de Madrigal", publicada en 1973 y por la que recibió el Premio Fastenrath en el año 1975, concedido por la Real Academia de la Historia.
Su trayectoria literaria recoge otros títulos como "Monte de Sancha", "La mano de la niña", "Collar de ámbar", o "A instancia de parte", con el que consiguió otro galardón: el Premio Cid concedido por la Cadena SER.