Número de inventario: 18750. Iniesta (Cuenca).
Madera, sílex. 192 x 132 x 12 cm.
El desgrane de cereal ha recurrido tanto a la fuerza animal como a la humana, sirviéndose en esta última alternativa de mayales, palos o golpeando las gavillas contra una variada gama de objetos (J. L. Mingote Calderón, 1988-1990 y 1900 b). Por su parte, caballerías y ganado vacuno han roto las espigas bien sea pateándolas –en grupos de burros o mulas– o recurriendo a trillos de variadas formas y, en mucha menor medida, a carros.
La diversidad formal de los trillos en España es amplia, y junto a los de tipo tribulum –como el recogido aquí– aparecen los de rodillos o ruedas dentadas, así como los cilindros de madera o piedra (también con la posibilidad de elementos metálicos de corte).
El tamaño del trillo y, por tanto, su peso es fundamental ya que requerirá de una fuerza de tracción distinta. Así, junto a los pesados trillos tirados por un par de vacas o bueyes, mulas o machos, otros podían ser arrastrados por un burro sólo. En cualquier caso, además de la persona que iba sobre él (a menudo un niño), solía ponerse algún peso supletorio. Como en muchos lugares de Castilla, el uso del nombre en femenino indica que su tamaño es mayor que si se designara a la pieza en masculino.
Este ejemplar, en concreto, se usaba junto a “trillos” (con ruedas dentadas) de fabricación industrial, y debió de adquirirse hacia 1925 y se dejó de usar en torno a 1978. Desde 1960 se emplearon tractores para tirar de él.
Publicado en J. L. Mingote Calderón (1990 a: 168-169) y VV. AA. (1992: 150).
JLMC