Número de inventario: 14219. Puente del Arzobispo (Toledo).
Arcilla. Alt. 21,5; diám. máx. 16 cm.
El ser humano desde siempre, ha atribuido a los comportamientos y rasgos de los animales un carácter simbólico que ha quedado plasmado de una manera u otra en casi todas las áreas de nuestra cultura, incluyendo la de las representaciones plásticas. Las aves no han escapado a este simbolismo y quizás debido a sus características esenciales, la del vuelo y la elevación, se las suele asociar al espíritu y a la libertad. De la misma manera, la figura del pájaro, como la del perro o el león, a menudo significan fidelidad y entrega de la esposa al marido (N. Seseña et alt., 1989: 33). Coherente con ello, puede traerse a colación la costumbre popular de incluir en el ajuar de la novia, vajilla decorada con pájaros y otras figuras alegóricas del amor. A este respecto, las “ollas majas” de Cuerva (Toledo) representan un claro ejemplo (S. Savini Celio, 1997: 624).
Pero, además de estar presentes como un elemento decorativo más, los pájaros han ocupado un lugar protagonista en algunas de las series más conocidas de la cerámica española. Es el caso de esta vinagrera que, tipológicamente corresponde a la denominada serie de “la pajarita” del siglo XIX (N. Seseña et alt., 1989: 142). Se trata, efectivamente, de un ave que por lo general ocupa la parte central del cuerpo de cántaros y cantarillas y que no sólo fue común en la cerámica de Puente del Arzobispo, sino también en otros centros alfareros, como Manises. Seseña sostiene incluso, que el origen del tema central de esta serie, podría estar en el motivo del pardalot –o pájaro fantástico y desproporcionado– de la cerámica de reflejo metálico, producida en Manises durante el siglo XVIII.
LMM