Número de inventario: 12560. Etxarri-Aranatz (Navarra).
Madera de abedul. 15,5 x 26,5 cm.
En la tradición de la zona Vasco-Navarra encontramos desde antiguo una clara vocación hacia las actividades pecuarias. Las ovejas, vacas y cabras, y por consiguiente la leche y sus derivados (queso, cuajada, requesón) van a constituir la base de la economía del caserío, tanto por su consumo como por la comercialización de los mismos.
Los pastores contaban para la elaboración y manipulación de estos productos lácteos con una serie de recipientes específicos, los kaikuak (cuezos de madera), realizados artesanalmente desde tiempo inmemorial bien por ellos mismos o bien por artesanos locales.
De entre todos ellos, los ejemplos que aquí se muestran son claramente representativos: el kaiku, la abatza , la idazkia o iragazkia y la oporra.
Los kaikuak se fabricaban en madera, generalmente de abedul, material ligero y resistente muy abundante en los bosques cercanos, lo que les hacía ser muy duraderos y fáciles de transportar por el pastor a la hora de realizar desplazamientos. El kaiku es el recipiente por excelencia, el más completo y característico tanto por su estudiada tipología sin precedentes en Europa (de una sola pieza y con el eje inclinado presenta la boca avanzada con respecto a la base lo que permitía al pastor acceder mejor a la ubre en el ordeño) como por su funcionalidad. Con una capacidad de entre 3 y 12 litros de máximo, los de mayor tamaño se empleaban para el ordeño de vacas y ovejas fundamentalmente, utilizándose los más pequeños para la elaboración de cuajadas –gaztanberak, mamiak–. La leche destinada a la preparación de cuajadas se hervía en su interior mediante un peculiar sistema de cocción por calentamiento indirecto. El pastor iba introduciendo piedras candentes, esne-harriak (preferentemente ofitas o calizas), en la leche depositada en el kaiku hasta conseguir que ésta llegase a la ebullición. Las piedras conferían además un agradable sabor a quemado a la cuajada.
Según J. M de Barandiarán y A. Manterola (2000: 622) esta técnica milenaria para cocer alimentos tiene sus orígenes en el Paleolítico superior, cuando el hombre desconocía la cerámica resistente al fuego. Pueblos indios del Norte de Canadá y de la península siberiana de Kamchatka, utilizaron también este mismo mecanismo de cocción (X. Otero, A. Epalza y F. de Leizaola, 1987: 80).
Es frecuente encontrar en el interior de estos cuezos las huellas provocadas por las piedras candentes, y aunque en este kaiku no hay evidencias de ello, el Museo cuenta con varios ejemplares donde las paredes y fondos aparecen semi-calcinados y desgastados por el calor.
El uso de los kaikuak en la actualidad es muy restringido, y poco a poco han sido sustituidos por otros recipientes más económicos fabricados en serie. Aunque hoy en día los kaikuak se pueden seguir realizando por artesanos locales (cada vez más escasos) éstos han perdido en la mayoría de los casos la función para la que fueron creados tradicionalmente, comercializándose sobretodo con una finalidad decorativa o bien para servir típicos postres lácteos de la zona como las cuajadas en algunos restaurantes de “ambiente rústico”.
CHD