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Cuerna

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Cuerna

Número de inventario: 7695. Parada de los Lecheros (Salamanca).

Asta, metal, madera, corcho. Long. 26; diám. máx. 10,2 cm.

En esta cuerna, datada hacia 1900 y procedente de la Colección del P. Morán, se presenta una bicha con varias cabezas, que aparece junto a bastantes animales domésticos (en escenas de arada, ganaderas o aislados) y una sirena, borrosa, al lado de un pez. La bicha es un cuadrúpedo con garras y seis cabezas delanteras –una en lo que sería una posición normal y cinco más en torno a un cuello que se inserta en el pecho– y quizá una trasera, situada en el final de la cola (como anotó C. Morán Bardón, 1990: 200-201, quien la denomina hidra, a la vez que pone en relación el tipo de cabeza con las de la cerámica numantina). Los rallados del cuerpo y el dibujo del corazón en el mismo nos remiten a la forma normal de representar muchos animales en el arte pastoril y en los tejidos salmantinos.

Bichas de seis cabezas, más una en la cola, aparecen en otras cuernas salmantinas; en concreto, en una procedente de Lumbrales que dibuja L. Cortés Vázquez (1992: figs. en pp. 59 y 60).

Los animales con un número elevado de cabezas se documentan ya en la mitología clásica, en donde es de sobra conocida la Hidra de Lerna –una serpiente de cinco, seis o cien cabezas, devoradora de ganado, devastadora de cosechas y cuyo aliento era mortal–. Serpientes-dragones con siete cabezas y cuernos, representando al diablo los encontramos atacados por ángeles en la tradición cristiana, en la visión apocalíptica de San Juan. En la tradición plástica de los Beatos medievales, vemos animales totalmente cercanos al de esta cuerna: es decir, cuadrúpedos con garras y siete cabezas, si bien todas en la parte anterior. Según de qué ejemplar de Beato se trate, este animal de siete cabezas puede llevar cuernos o carecer de ellos (siendo el mismo), en una imagen que no puede adaptarse fielmente a la realidad porque ya la descripción de San Juan presenta una mezcla extraña; el evangelista habla de una pantera con pies de oso y boca de león. Curiosamente, en el Beato de Fernando I, el cuerpo de todas estas bestias está siempre rallado, aunque con una técnica distinta a la presente. También en la miniatura mozárabe vemos las terminaciones en cabeza en la cola de algunos caballos y otros animales algo menos reales que sólo tiene una cabeza delantera.

Publicada en J. Caro Baroja, 1950: 26), C. Morán Bardón (1990, vol. I: 200-201, figs. 24, 8 y 26) y C. García Medina (1987: 55).

JLMC

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