Año de inscripción: 1986
La conocida como “ciudad de las tres culturas” conserva extraordinarios testimonios de diferentes civilizaciones ya desaparecidas a los largo de dos milenios. Toledo fue sucesivamente un municipio romano, capital visigoda, formó parte del Emirato de Córdoba, un lugar determinante en la Reconquista cristiana y sede temporal de la corte durante el reinado de Carlos V. Su apariencia actual se debe a la superposición de todas estas influencias y a la coexistencia de tres grandes culturas: judía, islámica y cristiana. La ciudad también atrajo a grandes artistas de renombre universal, como Domenikos Theotokopoulos, El Greco, quien residió en Toledo desde 1577 hasta su muerte.
Toledo se encuentra situada en el centro de la Península Ibérica, sobre un alto peñón rodeado por un amplio meandro del río Tajo. Sus orígenes se remontan a la Prehistoria, aunque la primera mención de la ciudad aparece en época romana, con el nombre de Toletum. En el año 513 fue declarada por el rey Leovigildo capital del reino y se convirtió en sede episcopal. Durante la dominación musulmana pierde su condición de capital y, sin embargo, alcanza unas altísimas cotas desde el punto de vista cultural, social y religioso. En el año 1083 fue reconquistada por Alfonso VI, acogiendo temporalmente a la Corte. En el siglo XIII, el rey Alfonso X crea la Escuela de Traductores de Toledo, buena muestra del intercambio cultural y del dinamismo de la ciudad. Durante la época del Emperador Carlos V, la ciudad alcanza uno de sus momentos de mayor esplendor. Desde que Felipe II decide fijar la capital del reino en Madrid, Toledo sufre una época de cierta decadencia, que se prolonga durante los siglos siguientes.
Todos estos momentos históricos han dejado su testimonio en el patrimonio de Toledo que ha llagado hasta nosotros. De la Toledo cristiana destacan su Alcázar, la Catedral de Santa María, iglesias, conventos y monasterios como el de San Juan de los Reyes. De su pasado árabe se conserva el entramado urbano de calles estrechas y sinuosas, y mezquitas como la del Cristo de la Luz, de ladrillo y mampostería, arcos entrelazados y techumbres de madera. La presencia judía se puede rastrear en las Sinagogas del Tránsito y de Santa María la Blanca.