El primer asentamiento permanente de Lublin data de la Alta Edad Media, aunque arqueológicamente se atestigua la presencia durante el siglo VI de un poblado situado en una colina llamada Czwartek, cuyo nombre referencia posiblemente la existencia de un mercado, y que en los siglos X y XI se desarrolla como un importante centro de transacciones. Lublin destaca por su ubicación geográfica que denota desde su origen la importancia militar, señalada por la presencia de una importante fortificación que se atestigua en el siglo X. Este castillo fortificado en una de las colinas, llamado el Castillo de la Colina, llegaría a ser la casa del primero mencionado en las crónicas, y hoy convertido en el Museo Lubelskie. En una de las colinas adyacentes destaca el sitio de la Ciudad Vieja, que se convierte en el foco de la ciudad actual, mientras se produce el declive de Czwartek.
La ciudad de Lublin es fortificada en el siglo XIV, aunque sus murallas no evitarán las numerosas ocupaciones y desastres que se sucederán a lo largo de los siglos. Es destacable asimismo la presencia de la comunidad judía, que se establece en Lublin en el siglo XVI, y cuya manifestación va a ser clave hasta su desaparición durante la II Guerra Mundial.