10/05/2024
Actualidad de la Filmoteca
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Filmoteca Española, organismo del Ministerio de Cultura encargado de la preservación y difusión del patrimonio fílmico y cinematográfico, dedica una retrospectiva completa al cineasta Manuel Summers, uno de los grandes nombres del llamado Nuevo Cine Español. El ciclo `Manuel Summers. Un verso suelto´ se celebrará entre los meses de mayo y julio en el Cine Doré.
El genio y humanidad de Manuel Summers llega al fin al Cine Doré. Una retrospectiva completa de este “verso suelto” de la historia de nuestro cine arranca en mayo en Filmoteca Española, saldándose así una deuda pendiente con el cineasta. La degradación de determinadas copias había impedido hasta la fecha su programación, pero una reciente masterización digital de determinados títulos, acometidos por su familia, han hecho posible la celebración de este exhaustivo ciclo que revisita su filmografía.
La sesión de presentación de esta retrospectiva tendrá lugar el viernes 10 de mayo con la proyección del documental Summers el rebelde (2024). La sesión contará con la presencia de su director, el periodista y cineasta Miguel Olid, quien ha indagado en la figura del cineasta a través de entrevistas con directores, críticos y familiares del cineasta. En esta misma sesión se proyectará El viejecito (1959), que dio inicio a su trayectoria como cortometraje de fin de carrera en el IEC (Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas). En él afloraba ya de forma temprana su interés por la muerte y el humor negro, así como su debilidad por contar con actores no profesionales.
Durante el mes de mayo, se proyectarán en el Cine Doré Adiós cigüeña adiós (1971), El niño es nuestro (1973), secuela de Adiós, cigüeña, adiós ; Del rosa… al amarillo (1963), con la que recibió la Concha de Plata al mejor director, entre otros galardones; o la trilogía To er mundo é… (1982 1985), entre otros títulos.
Manuel Summers (Sevilla, 1935-1993) destacó desde sus inicios por su personal forma de entender el cine. Una vez admitido en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, sobresalió entre sus compañeros con el cortometraje de fin de carrera, El viejecito (1959), en el que ya afloraba su interés por la muerte y el humor negro.
Su trayectoria continuó con películas como Del rosa al amarillo (1963) y La niña de luto (1964), reflejándose en ambos títulos —imbuidos por su particular sentido del humor— los problemas políticos y sociales de la época. Con la primera debutó por todo lo alto estrenándose en el Festival de cine de San Sebastián y recibiendo la Concha de Plata al mejor director, entre otros galardones. Con la segunda, participó en el Festival de Cine de Cannes. A ellas se suman en estos años iniciales de su carrera obras documentales como la excelente Juguetes rotos (1966) o Urtain, el rey de la selva… o así (1969), crítica de la violencia cotidiana en la sociedad y alegato antibelicista en plena guerra del Vietnam, lo que le ocasionó numerosos problemas con la censura.
Pese a estos problemas y a que, tal y como señala Miguel Olid, en su trayectoria no faltaron elogios, pero también críticas y algún descalabro, gozó de un incontestable éxito con el público: títulos como Adiós, cigüeña, adiós fue visto por 3.500.000 personas en España, en Francia estuvo más de 15 semanas en cartel, en Venezuela más de 20 y, según la publicidad de la época, en Colombia su recaudación superó a la de El Padrino. Llegó, además, a mercados inusuales en el cine español, desde el Lejano Oriente, hasta África, pasando por la península arábiga, entre otros muchos países.
Este éxito pudo facilitar que se atreviese a adentrarse en diferentes géneros y tonos, llegando a las películas musicales que realizó en los 80 con el grupo de moda, Hombres G, liderado por su hijo David. Aunque esta fórmula no siempre es sinónimo de buenos resultados, logró con ellas un gran éxito, no solo en España sino también en Iberoamérica. En estos años, a estos títulos se sumaría su trilogía To er mundo é… (1982 1985).
En la necrológica de su fallecimiento que publicó Basilio Martín Patino en el diario `El País´ destacó que había conocido “a pocos hombres de su genio, con una humanidad más generosamente noble, más bueno, desde su sonrosado aire de colegial díscolo y sentimental. (…) Y se enmascaraba de francotirador insolidario en el papel de lobo al que se le veía la patita bonachona bajo el disfraz”.