Escritor esencial de la literatura española del siglo XX. Su prosa original y poética es tan inconfundible como su fisonomía. Ramón José Simón Valle y Peña nació en Vilanova de Arosa, población a orillas de la costa pontevedresa, en el año de 1866, hijo de Ramón Valle Bermúdez –director del periódico La Voz de Arosa- y de Dolores Peña Montenegro.
Tras abandonar los estudios de Derecho que había comenzado en la Universidad de Santiago de Compostela se embarca en 1892 con espíritu aventurero a México, donde permanecerá un año, estancia que aprovechará para publicar artículos en la prensa mexicana, en los que firmará por primera vez como Ramón del Valle Inclán.
Tras su regreso escribe en 1895 Femeninas, su primer libro. En ese mismo año se traslada a Madrid, donde es habitual de las tertulias de café y de la vida bohemia. En estas tertulias traba amistad con la mayoría de las personalidades representativas de la generación del 98: los hermanos Pío y Ricardo Baroja y Manuel y Antonio Machado, José Martínez Ruiz, Maeztu, Benavente, Alejandro Sawa, Ciro Bayo, Luis Ruiz Contreras, Unamuno, Villaespesa. También entra en contacto con personajes de la época. En la Horchatería de Candelas coincide a veces con Mateo Morral, bibliotecario de la Escuela Moderna de Francisco Ferrer, anarquista responsable del atentado perpetrado durante la boda de Alfonso XIII y Victoria Eugenia, en el que fallecieron 25 personas, aunque la pareja real salió ilesa.
Su fama se afianza en la capital, tanto por sus cualidades como escritor como por multitud de anécdotas de su vida excéntrica. En 1899 un incidente en el Café de la Montaña con el periodista Manuel Bueno, le causa una herida en el antebrazo izquierdo que finalmente obliga a amputárselo. En 1921, Alfonso Reyes, encargado de negocios en México le traslada la invitación para asistir a las fiestas del centenario de la independencia de ese país.
Políticamente empezó adscribiéndose al tradicionalismo. Para él, el carlismo tenía “la belleza de las grandes catedrales” y en 1910 se presentará a diputado por el partido carlista por Monforte de Lemos. Sin embargo, en los años 30 apoyará la proclamación de la Segunda República, colaborará con la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios y es nombrado presidente de honor de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética.
Su producción artística es amplísima, incluyendo cuentos, novelas, obras dramáticas y poemas y muestra una marcada evolución, desde un inicial modernismo nostálgico hasta sus dramas e historias “esperpénticas”. De la primera etapa son sus Sonatas, tras las que escribirá su trilogía carlista (Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera y Gerifaltes de Antaño), acabando con una manera de contar la realidad deformada, esperpéntica en Tirano Banderas o Luces de Bohemia. Creó personajes como el Marqués de Bradomín -"feo, católico y sentimental"- y Max Estrella -"hiperbólico andaluz, poeta de odas y madrigales"-.
Publicó una abundante obra dramática que apenas logró que fuera representada en su época por su tratamiento poco convencional del tiempo y el espacio, pero hoy es considerado como uno de los grandes innovadores del teatro contemporáneo. Llevó a cabo, además, traducciones al castellano de autores extranjeros, como el portugués Eça de Queirós o la italiana Matilde Serao.
En 1933 es nombrado director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma. Enfermo de cáncer, fallece en Santiago de Compostela en enero de 1936.