Sin oficio ni beneficio, sin parientes ni habientes, vagaba por Madrid un servidor de ustedes, maldiciendo la hora menguada en que dejó su ciudad natal por esta inhospitalaria Corte, cuando acudió a las páginas del Diario para buscar ocupación honrosa […]
Segunda entrega de los Episodios Nacionales, escrita unos meses más tarde que Trafalgar, entre abril y mayo de 1873. En esta ocasión, la narración se sitúa en el año 1807, con una pequeña incursión retrospectiva al año anterior, para contarnos el estreno de El sí de las Niñas, de Leandro Fernández de Moratín.
El protagonista Gabriel de Araceli cambia de escenario, trasladándose a Madrid en busca de alguna ocupación con la que ganarse la vida. Logrará allí entrar a servir como criado de una cómica del Teatro del Príncipe , Pepita González, que le permitirá entrar en los ambientes del teatro de la época y además conocer a la que será su primer amor, Inés, hija de Juana, la costurera de su nueva ama.
Su contacto con el teatro había empezado sin embargo un año antes, cuando fue pagado para abuchear y boicotear el estreno de la comedia de Moratín , El sí de las Niñas. Por otra parte, su oficio de criado de la actriz cómica le pondrá en relación con la Condesa Amaranta, a la que finalmente acabará sirviendo, siendo testigo de intrigas y amoríos entre personajes cercanos a la Corte. Esta circunstancia propiciará que esté presente en El Escorial justo cuando se produce la frustrada conspiración del príncipe Fernando (futuro Fernando VII) contra el “favorito” Godoy quien cuenta con el apoyo de la reina María Luisa de Parma . La intriga terminó dejando las cosas más o menos como estaban, con el Príncipe denunciando a sus cómplices, entre los que se encontraban su maestro Juan Escóiquiz o su criado Pedro Collado. La postura de Napoléon en estas disputas no quedaba clara, mientras las tropas francesas habían comenzado ya a entrar en España en su camino hacia la conquista de Portugal.
Por otra parte, Gabriel llegará a tener un pequeño papel en una obra teatral con el comediante Isidoro Máiquez, en una disparatada puesta en escena de Otelo, en la que la representación del texto de Shakespeare se mezcla con los celos reales de Máiquez, que está a punto de cometer un homicidio, al enterarse en plena actuación de que su amada Lesbia le engañaba con Juan de Mañara.
Al final del episodio se producirá la muerte de Juana y la revelación de un misterio que se irá resolviendo en posteriores episodios: Inés no era en realidad hija suya sino de una gran señora de la aristocracia.