En una mañana del mes de Febrero de 1810 tuve que salir de la Isla, donde estaba de guarnición, para ir a Cádiz, obedeciendo a un aviso tan discreto como breve que cierta dama tuvo la bondad de enviarme. El día era hermoso, claro y alegre cual de Andalucía, y recorrí con otros compañeros, que hacia el mismo punto si no con igual objeto caminaban, el largo istmo que sirve para que el continente no tenga la desdicha de estar separado de Cádiz; examinamos al paso las obras admirables de Torregorda, la Cortadura y Puntales, charlamos con los frailes y personas graves que trabajaban en las fortificaciones; disputamos sobre si se percibían claramente o no las posiciones de los franceses al otro lado de la bahía; echamos unas cañas en el figón de Poenco, junto a la Puerta de Tierra, y finalmente, nos separamos en la plaza de San Juan de Dios, para marchar cada cual a su destino. Repito que era en Febrero, y aunque no puedo precisar el día, sí afirmo que corrían los principios de dicho mes, pues aún estaba calentita la famosa respuesta: «La ciudad de Cádiz, fiel a los principios que ha jurado, no reconoce otro rey que al señor D. Femando VII. 6 de Febrero de 1810» [...]
Octava entrega de los Episodios Nacionales, escrita entre septiembre y octubre de 1874
Gabriel ha llegado a Cádiz en un bote acompañando a la Condesa Amaranta, con la idea de ayudarla a recuperar a su hija Inés, en ese momento en manos de la marquesa de Leiva y la condesa de Rumblar, que la han apartado de su verdadera madre.
La ciudad, convertida en el último bastión de resistencia contra los invasores franceses, se prepara para la celebración de las Cortes. En un ambiente de debate entre las posturas absolutistas y liberales, el 24 de septiembre tiene lugar la apertura de las Cortes, en la que Muñoz Torrero pronunciará un trascendental discurso sobre la soberanía nacional.
En ese Cádiz de la resistencia y los nuevos proyectos conoce Gabriel a un inglés de atrayente personalidad, Lord Gray, perteneciente a una de las mejores familias de Inglaterra y que, para desesperación de Gabriel, parece ser pretendiente de su amada Inés.
Según avanza la trama se va descubriendo que en realidad Lord Gray no está interesado por Inés sino por una de las hijas de la Condesa de Rumblar, Asunción, lo que no impedirá que finalmente Gabriel, tras lograr reunir a Inés con su madre, la Condesa de Amaranta, se bata en duelo con el inglés, que no cumple con las promesas hechas a Asunción de convertirse al catolicismo para casarse con ella. Gabriel saldrá airoso del duelo, pero con el convencimiento de haber matado al inglés, por lo que abandonará la ciudad.