La sociedad del Antiguo Régimen era una sociedad corporativa en que ciertos grupos tenían, por derecho, ciertos privilegios, normalmente de naturaleza jurisdiccional. La existencia del fuero universitario significaba que los miembros de la institución, desde el profesorado hasta los colegiales, podían sujetarse a la jurisdicción universitaria en sus causas judiciales abiertas, tanto si estas pertenecían a la jurisdicción civil como criminal. En el caso de la Universidad de Alcalá de Henares la competencia era privativa del Rector del Colegio Mayor de San Ildefonso y Universidad. El reconocimiento de este privilegio se hizo por bula de Julio II
de 23 de julio de 1512. El Archivo Histórico Nacional (AHN) conserva el fondo de la Universidad y dentro del mismo, los procesos judiciales que afectaron a sus miembros. Dichos procesos son una fuente riquísima para el conocimiento de los integrantes de la Universidad en toda su complejidad, esenciales, sin duda, para conocer de manera más profunda la situación y realidad social de la villa universitaria.
Queremos destacar, sin embargo, un proceso judicial que, por sus características y protagonista, nos introduce en una realidad que va más allá de la vida docente y universitaria y que nos permite ver cómo era la realidad de algunas mujeres en la villa alcalaína en el siglo XVII. Entre esos ricos fondos judiciales hallamos el Pleito matrimonial de divorcio de Francisca de Pedraza contra Jerónimo de Jaras, su marido, vecinos de la villa de Alcalá de Henares (Madrid), por agresiones físicas y verbales .
En principio, lo sorprendente del mismo es que no afectaba a quienes de manera habitual recurrían al fuero universitario, como eran profesores y alumnos de la institución alcalaína. Francisca de Pedraza , era una mujer víctima de malos tratos que, debido a su conexión con una de las fundaciones conventuales del cardenal Cisneros, el Convento de San Juan de la Penitencia
, pudo acogerse a dicho fuero para salir de la situación en la que se encontraba. En uno de los numerosos escritos que elevó a los tribunales Francisca de Pedraza denunciaba lo siguiente sobre el comportamiento de su marido, Jerónimo de Jaras:
Francisca de Pedraza recurrió tanto a la jurisdicción civil ordinaria y a la eclesiástica sin apenas resultado. Logró sentencias en primera instancia que conminaban a Jerónimo de Jaras a reconducir la actitud que mantenía hacia su esposa, por lo que Francisca, que además vio aumentado el maltrato con nuevas amenazas por parte de su marido, no cejó en su empeño de lograr una sentencia favorable de separación o divorcio. Álvaro de Ayala , rector de la Universidad, respaldado por letras apostólicas que le fueron remitidas por Inocencio de Massimi
, nuncio residente en España, pudo hacerse cargo de este pleito que, finalmente falló a favor de nuestra protagonista.