Iniciamos nuestro recorrido de distintos perfiles femeninos a lo largo de nuestra historia con la gran figura de la reina María de Molina (ca. 1264-1321), de quien se cumple el VII centenario de su muerte. Mujer del rey Sancho IV de Castilla, la temprana desaparición de éste la convirtió en regente durante la minoridad de su hijo Fernando IV, rey de Castilla.
Hábil diplomática, supo lidiar con los obstáculos que se encontró en el camino para asegurar el trono de su hijo y, cuando este murió dejando nuevamente un rey niño, María de Molina volvió a surgir como la figura necesaria para proteger los intereses de su nieto Alfonso XI. A esta capacidad innata se le conoce como “molinismo”, término que designa su influencia y mecenazgo durante los reinados de Sancho IV (1284-1295), Fernando IV (1295-1312) y Alfonso XI (1312-1350).
Gran parte de los problemas que afrontó María de Molina tienen su inicio en la convulsa sucesión del rey Alfonso X el Sabio, de quien conmemoramos este año el VIII centenario de su nacimiento. Alfonso X, celebrando el nacimiento de un rey. Pieza de enero de 2021 del AHN
Alfonso perdió a su primogénito, Fernando de la Cerda, padre de dos hijos, los conocidos como “Infantes de la Cerda”. No obstante, fue el infante don Sancho quien se postuló como heredero al trono Alfonsino. Las malas relaciones entre padre e hijo desembocaron en el desheredamiento de Sancho y en el inicio de una pugna sucesoria en la que María de Molina tuvo un protagonismo indudable. Ni siquiera las dudas en torno al matrimonio de María y Sancho lograron quebrar el ánimo de la reina, quien pugnó por la consecución de una bula papal que sancionase dicha unión y al final, lo consiguió.
Las capacidades políticas de María de Molina la convirtieron en modelo de regente para las que le sucedieron en tales menesteres. En el siglo XV, Catalina de Lancaster fue regente durante la minoría de edad del rey Juan II, primero en conjunción con Fernando de Antequera y más adelante en solitario.
Hasta el siglo XVII no se volvieron a dar las circunstancias para una nueva regencia femenina en la Monarquía. Fue tras la muerte de Felipe IV, cuando la corta edad de su heredero, Carlos II, derivó en la regencia de Mariana de Austria. Las obras dedicadas a la educación del joven Carlos, como la de Francisco Ramos del Manzano , señalaron a María de Molina como el espejo en que debía reflejarse Mariana de Austria para triunfar en su cometido.
Recordamos también las dos regencias contemporáneas: la de María Cristina de Borbón, en nombre de su hija Isabel II, y no exenta de polémica; así como la de María Cristina de Habsburgo con Alfonso XIII.
Precisamente durante la regencia de María Cristina de Borbón hubo quien hizo algún paralelismo con María de Molina. El día 23 de julio de 1837 se estrenaba, coincidiendo con la onomástica de la regente, la obra dramática “Doña María de Molina” de Mariano Roca de Tagores Carrasco, literato y político esencial durante el reinado isabelino. No dudó el autor en incurrir en ciertas licencias históricas para reflejar las similitudes en la lucha que ambas mujeres sostuvieron para defender los derechos al trono de sus respectivos hijos.
Además de su labor política, María de Molina llevó a cabo una interesante labor de patronazgo religioso protegiendo y dotando diversas instituciones conventuales. Pero sin duda, es de destacar la fundación del Monasterio de Santa María de las Huelgas de Valladolid donde se hizo enterrar.
Fuentes Documentales relacionadas con María de Molina