Probablemente, de todas las crisis sanitarias que la humanidad ha vivido a lo largo de todos los tiempos, la actual pandemia del COVID-19 no sea menos aterradora e inquietante que las sufridas en distintos períodos de la Historia. Y como en muchos momentos de incertidumbre, diferentes sectores de la sociedad, por remoto que nos parezca, han respondido aunando todas sus fuerzas para combatir la enfermedad.
Si echamos una mirada atrás sobre los embrionarios sistemas sanitarios de antaño, nos sorprendería encontrar un buen número de instituciones en nuestras ciudades dedicadas a los cuidados más básicos desarrollados en pleno colapso, causando enfermedades infecciosas que provocaban contagios masivos en una población, que debido a las escasas medidas higiénicas se hacinaba sin control por casi todos los rincones de las urbes. La enfermedad no entendía -ni entiende-, de colores, riquezas, ni siquiera de oraciones, tal y como ha reflejado el arte y la literatura universal a través de los tiempos, sin olvidar las referencias en el cine documental y de ficción.
Será en plena Edad Media, en el siglo XIII cuando vean la luz en Sevilla las instituciones de carácter benéfico, alentadas por el espíritu caritativo y piadoso de las comunidades cristianas al proteger y atender a los más desvalidos, víctimas de enfermedades como la peste o la temible lepra, conocida como Mal de San Lázaro
Los lazaretos se crearon hacia el siglo XII para tratar de curar esta enfermedad infecciosa de carácter crónico que avanzaba cruelmente sobre mucosas, ojos, y huesos, provocando la deformación de los tejidos y la ceguera. La enfermedad afectaba generalmente a los más pobres, sentenciados por la infección y estigmatizados por la sociedad.
La lepra es el origen del Hospital de San Lázaro de Sevilla, la institución sanitaria que protagoniza nuestro relato y cuya función como centro sanitario ha pervivido a lo largo de todas las épocas. Este hospital con la solera de casi siete siglos y medio, es el más antiguo de Sevilla, y su historia corre paralela a la ciudad bética. Su creación data del siglo XIII bajo el patronazgo de Fernando III, años más tarde, su hijo Alfonso X impulsaría la institución benéfica a través de privilegios para su funcionamiento.
El lugar designado para su constitución se localizaba extramuros de la ciudad, en torno al arrabal islámico de la Macarena, pero estaba bien comunicado con aquélla a través de una antigua calzada romana. Su ubicación en torno a unas huertas conocidas como Huerta Grande y Huerta Chica de San Lázaro, próximas al río Guadalquivir, hacían que el recinto fuera apropiado para apartar de la ciudad a los pobres desgraciados afectados por la enfermedad. En su origen, probablemente fuera un recinto conformado por un conjunto de construcciones que hoy día no han pervivido, a excepción de la conocida como Torre de los Gausines, erigida antes de la conquista cristiana de la ciudad hacia 1248. Posteriormente, de acuerdo a las Ordenanzas del Hospital de San Lázaro, (1391) aprobadas por Enrique III , cada enfermo debía levantar a su costa una casa que le serviría de vivienda y lugar de confinamiento.
Con el paso del tiempo, y a las puertas del Renacimiento, en el siglo XVI, en pleno apogeo económico y comercial por la carrera de Indias, las funciones del hospital se diversificarían llegando a recibir a Carlos I cuando se desposó con Isabel de Portugal. La fachada manierista edificada durante estos años, constituyen uno de los mejores ejemplos de la arquitectura renacentista.
Debido a su permanencia en el tiempo, el Hospital pasó por diferentes reformas. En el siglo XIX, su gestión pasó a las Hermanas de la Caridad que se responsabilizaron de la iglesia situada en el recinto, una de las más antiguas de Sevilla, de época gótica, ampliando además los cuidados a otras enfermedades contagiosas como la tuberculosis, e incluso llegó a funcionar en ciertas épocas como sanatorio mental.
Con la llegada del siglo XX, su gestión pasará a la Diputación de Sevilla, institución que cederá su titularidad a la Junta de Andalucía en 1991.
Fue declarado monumento histórico en el año 1964 y declarado BiC (Bien de Interés Cultural) en 1985 por la riqueza artística y patrimonial albergada en el conjunto sanitario.
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