La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1810) o Expedición Balmis, fue una gesta heroica, altruista y pionera en su tiempo. Una acción humanitaria sin precedentes protagonizada por personal sanitario español y con el patrocinio real para hacer frente a la viruela. La Operación Balmis, toma el nombre en homenaje al médico español Francisco Javier Balmis que participó en ella.
La Expedición, en la que también participó el doctor José Salvany, contó con el patrocinio del rey Carlos IV que tenía a Balmis como médico personal: en él confió plenamente para que la iniciativa pudiera llevarse a cabo. Zarpó del puerto de A Coruña en 1803, a bordo del barco María Pita, y su destino fueron los puertos españoles en América y Filipinas para propagar allende los mares la vacuna para hacer frente a la viruela.
El expediente de la introducción de la vacuna contra la viruela en España , cuyo original se custodia en el Archivo Histórico Nacional narra los orígenes de la vacuna con los trabajos del médico inglés Edward Jenner entre 1796 y 1798. En España, fue el médico Francisco Piguillem el pionero en poner en práctica el descubrimiento de Jenner en nuestro país. Junto a Balmis y Salvany, el alma femenina de la Expedición fue Isabel Zendal , una enfermera singular, como las que están luchando contra el covid-19, que participó activamente en la Real expedición.
Isabel zarpó en el barco acompañando a los 22 niños portadores del antídoto contra la viruela, uno de ellos su propio hijo. Se encargó de cuidarlos durante la travesía marítima y después en el periplo por el continente americano y Filipinas. Lee su apasionante proeza en esta publicación del Parlamento de Galicia: Isabel Zendal Gómez en los archivos de Galicia
Una vez llegados a América, la expedición se dividió en dos, para ser más efectiva. Así, la Subcomisión Salvany se encargó de llevar la vacuna a América del Sur llegando hasta Chile. Mientras tanto, Balmis hizo lo propio dirigiéndose a las Islas Filipinas zarpando hacia Manila en septiembre de 1805. A su vuelta, de regreso a España, aún tuvo tiempo de propagar la vacuna por Macao y Cantón (China) y en la isla inglesa de Santa Elena.
Tomás Romay Chacón (1764-1849) fue el médico introductor de la vacuna de la viruela en Cuba. Desde 1802, se había dado a la tarea de buscar la enfermedad entre el ganado vacuno de la isla sin éxito. En febrero de 1804, obtuvo el inóculo de unos niños vacunados en Puerto Rico (donde la vacuna se introdujo de las Islas Vírgenes danesas) y logró preservarlo trasladándolo de una persona a otra. Demostró convincentemente que la vacunación era más segura y menos traumática que la variolización (conocida simplemente como “inoculación”), que utilizaba el pus de los enfermos de viruela humana, no de viruela vacuna.
Cuando Balmis llegó a La Habana, a fines de mayo de 1804, se mostró agradablemente sorprendido ante el número de vacunaciones ya realizadas por Romay. Se creó una Junta de la Vacuna, que fue dirigida durante tres décadas por Romay, en el transcurso de los cuales más de 300.000 personas fueron vacunadas en toda Cuba.